domingo, 11 de septiembre de 2016

¿Es siempre un divorcio la única ópción?

Si una pareja decide darse el "Sí,  quiero" no tiene entre sus perspectivas que éste acto pueda terminar en otro "Sí, quiero" totalmente opuesto.  

El matrimonio, en sí, es el compendio de muchos acontecimientos: 
 - el encuentro final  de la pareja indicada, 
- la realización de tus sueños de toda una vida,
- la culminación de todas las etapas de una vida en común, desde el noviazgo hasta la formación de una familia  en común 

y , por todo ello, pensamos que será como en los cuentos de hadas: 
            Viviremos felices y comeremos perdices.

Pero, la vida es como un rosal: tiene espinas y tiene rosas y como dice un refrán:  Todo lo que empieza, algún día termina.  

Lo importante no es que termina sino cómo termina.

Es innegable que el final de un matrimonio, o sea, un divorcio, de por sí es una experiencia bastante traumática.  Pero significa ello que ¿todo termina ahí?

Dada mi modesta experiencia en el tema.- siete matrimonios, siete divorcios-, pienso que el divorcio no es el final sino el comienzo de una nueva etapa de esa relación.  Todo depende, no en el motivo que provocara ese desenlace, sino en la actitud que se asuma ante ello.

Puede ocurrir que, al hacerse éste efectivo, uno de los cónyuges estime que la culpa de la situación la tiene el otro, pero estoy convencida que en un divorcio, la culpa no la tiene uno solo.

Por ejemplo, si el divorcio se produce por desamor, y no hay resquemores, será duro para aquél que se siente abandonado pero, agradecerá sea efectivo ante que se produzcan hechos de mayor relevancia negativa, bien sean de origen violento o simplemente de carácter irrespetuoso.  La recuperación será lenta, pero llegará tarde o temprano.  Y la relación entre los ex, dado que no existen motivos de rechazo por parte de ninguno de los dos, será de convivencia pacífica, y si tienen hijos en común, éstos verán en sus padres una estabilidad que les permitirá sobreponerse a los acontecimientos.
 

Si es simplemente el desenlace a incompatibilidades de caracteres, aún cuando subsista el amor que los unió, aunque ya no tan apasionado, seguirán existiendo lazos que se mantendrán intactos. Y  podrá mantenerse una relación basada en el respeto mutuo e incluso podrán compartir sus vidas futuras entre sí, aún cuando ya hayan formado nuevas familias.  Y los hijos en común y los agregados, si los hay, sentirán que en vez de perder una familia, han encontrado otra más.

Si es una opción ante actos que afectan nuestro amor propio (léase engaño amoroso), es preferible tomarse un tiempo para analizar el paso a dar, pues el hecho hecho está y , a veces, no llega a consumarse, por lo que cabe la posibilidad de que no sea necesario llegar a más y es posible tomar decisiones que eviten el desenlace más drástico: el divorcio.

A veces, el divorcio es un acto de extremo amor y de búsqueda de la felicidad del ser amado. Quien bien te quiere querrá lo mejor para tí, y eso sucede cuando decidimos dejar ir al otro cónyuge para que pueda logar sus objetivos esenciales, por ejemplo, tener un hijo o alcanzar un status profesional estudiando en otro país.  Es un acto de altruismo que dice mucho de la persona que cede.  Y ello conllevará el eterno agradecimiento del uno hacia el otro y el establecimiento de la más bella de las relaciones.

Claro que hay divorcios en que es imposible llegar a acuerdos que permitan una buenas relaciones post-matrimoniales, pues las bajezas y los abusos de confianza son imperdonables, pero aún asi, si existen motivos que así lo aconsejen, por ejemplo, la existencia de  hijos en común, es necesario encontrar un punto de encuentro para que éste afecte lo menos posible la vida de aquellos que no pidieron venir a este valle de lágrimas.  Por suerte, este nunca fue mi caso.

Mis divorcios, en general, tienen en común que han sido bastante razonables, excepto uno en el que tuvo que tomar participación la jueza....pues resulta que el 'susodicho', se negaba a firmarlo porque se consideraba con derecho a la vivienda....jaja  el pobre, no sabía que la jueza era mi amiga, y se tomó el asunto muy a pecho.

Puedo decir, incluso, que en uno de mis divorcios, tuvimos a bien ir a Tropicana a celebrarlo, pues fue todo una demostración de madurez, ...y lo mejor es que después de divorciarnos, continuamos conviviendo durante ocho magníficos años y nunca nadie se enteró del acto que habíamos concluído.

Llegó un momento en que cuando llegaba al Juzgado, la letrada me preguntaba: ¿Vienes a casarte o a divorciarte?  Y yo sonreía, pues sabía que aquella no sería mi última visita al Juzgado.


4 comentarios:

  1. Considero que cuando una relación, independientemente del tipo que sea, no va como debería: lo más acertado sería terminar con ella cuanto antes.

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  2. Yo iba a decir un comentario enjundioso. Pero uff mejor me callo, que todavía me faltan 6 divorcios para alcanzar tu sabiduría estoy en la fase... mejor no digo nada. Ja ja ja. A buen entendedor... pocas palabras faltan.... o era sobran... me voy Pucha. Pero oye y si nos casamos tú y yo? Ay Dio mio... Tremenda gozadera.

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  3. Creo firmemente que cuando algo no funciona como debe de ser, lo correcto es alejarse.

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  4. El matrimonio como el divorcio como todo lo demás es karma. Recogerás lo que cosechaste no importa en cual de tus existencias. Puedes trabajar para mejorar tu karma en esta existencia y te aseguro que no es fácil, pero cambiar el actual ni lo sueñes. Tú te casaste 8 veces y te divorciaste otras tantas. Yo llevo casada casi 50 años con una persona con la que tengo contadas cosas en común, entre ellas un hijo. Podríamos escribir un tratado sobre las relaciones humanas pero sería una pérdida de tiempo total. Búscate un gallego con plata y prueba con el noveno. Un abrazo cubana ardiente, no conozco a nadie que profese más amor por la vida.

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