domingo, 30 de agosto de 2015

Los Domingos: Pelo suelto y carretera

Para mi padre, los domingos era el "día de la familia", por ello, generalmente nos íbamos a visitar a mis abuelos maternos y a reunirnos con el resto de la familia Velázquez en el reparto el Diezmero.  Lo que más me impresionaba del viaje era la estatua del Caballo Blanco que estaba colocado a la altura de un lugar del mismo nombre.

Ese día, nos levantábamos muy temprano pero no para ir a misa, pues mi padre era masón y mi madre una católica practicante "a su manera".  Mi madre se metía en la cocina y preparaba comida para llevar para más o menos 30 comensales: algunas veces una gran olla de arroz amarillo con pollo o tamales o cualquier otro de sus deliciosos platos, porque mi Abuela Angelina no era muy ducha en la cocina.  Una vez terminada la actividad culinaria, mi madre nos vestía a mi hermana y a mi, y nos peinaba (ese era el único día de la semana que nos soltaban las trenzas)  Una vez listas para salir, nos montábamos en el "cola de pato" de mi padre y a coger carretera.

Antes de llegar al Diezmero, hacíamos un alto en la calle Estrada Palma en Lawton donde residía mi abuelo Bonifacio con su 2da esposa y mis tíos Manolo y Roberto, quienes eran menores que yo ya que mi abuelo a los 45 años se había casado con su ahijada de 15 y habían tenido dos hijos.  !Menudo abuelo que no permitía que le dijeran viejo ni de cariño!

Una vez en el Diezmero, nos cambiábamos de ropa y a vivir la vida loca.  Por lo general, nos reuníamos unos 17 primos y a los mayores, - incluyéndome a mi-,  primero, nos mandaban a la "escuelita" del culto de la iglesia de Miriam  y, después, nos permitían jugar por los alrededores, ocasión que aprovechábamos para "fugarnos" hasta la Loma del Mirador y practicar nuestro deporte favorito: tirarnos en hojas de yagua a lo largo de la loma. ¡ Eso era  pura adrenalina!  Pero, el regreso
era lo mejor, porque como casi siempre alguno se lesionaba, Abuela se enteraba y ya Uds. saben, más de uno cogía lo suyo en el baño y cuidadito con llorar.

Después del almuerzo familiar para el que se habilitaba la mesa extensible y todo el mobiliario disponible ,- primero: los niños; después, los adultos-, dormíamos la "siesta" como podíamos y sobre eso de las 4 o las 5 de la tarde nos preparábamos para el regreso.pero no sin antes saborear las riquísimas champolas del guanábano del patio que nos preparaba Abuela. Casi siempre mi Tía Esther y su familia regresaban con nosotros y nos íbamos a ver las "vidrieras" de las tiendas de la calle Galiano y sus alrededores, pues tanto mi madre como mi tía eran modistas de Alta Costura y necesitaban estar al día con las exigencias de la moda ( independientemente de lo que veían en las revistas de la época).
Después de recorrer  los portales desde  la calle Reina , pasando por los Almacenes Ultra, la peletería California, la ferretería San José,  la Mariposa, Cuervo y Sobrinos, Flogar , Fin de Siglo. El Encanto, la Época y algunas mas hasta la calle Neptuno, llegaba la hora de merendar: unas veces en la cafetería del  cine-teatro América o en  la ultra-moderna Kawama con su autoservicio y su parking de 3 plantas o en la casa de los mejores helados de frutas naturales que he conocido: el Camagüey, donde saborear sus  helados de mamey, guanábana, piña u otras frutas tropicales era como paladear los frutos del Paraíso.

Una vez recuperadas las energías, en ocasiones, entrábamos a un cine de la zona, o bien al majestuoso América con sus baños que daban la impresión de estar en el Grand Trianon, o en el más moderno Astral,  O bien en el Duplex con sus asientos reclinables y que yo me creía eran un juguete más  o  en el Rex donde veíamos documentales y noticiarios, incluídos el NO-DO español. Algunas veces, incluso, entrábamos al Cinecito pues, no siempre en esos lugares, las peliculas eran aprobadas para todas las edades.

Una vez terminada la función, llevábamos a mi Tía y su familia a su casa en el Vedado y seguíamos viaje hasta la casa, paseando por todo el Malecón, la Rampa, cruzando el puente Almendares, el rpto. Kohly, siguiendo por la ave. 41 hasta las Delicias de Belén,  por donde mi padre se metía para acortar el viaje y salir a  la ave. 51, justo en la esquina de la Bodega del Muerto.  Una vez llegados a Alturas de Belén, nuestro barrio,mi padre guardaba el carro en el garaaje mientras mi madre,  con mucho amor,  nos ponía los pijamas, nos daba un pomo de leche (una botella de cerveza con biberon y todo),  ponía el mosquitero, nos daba un beso  y nos decía: A DORMIR, QUE MAÑANA ES LUNES Y HAY QUE MADRUGAR.






miércoles, 26 de agosto de 2015

Los Cumpleaños

Hola Amigos:   como muchos sabrán hoy es mi cumpleaños...Ya llegué a los 67  (mi tía diría:  la "puñalá".-(nací a las 9 de la mañana) y he pensado que me agradaría mucho compartir con Uds. algunas de las vivencias de mis celebraciones "cumpleañeras".

Tuve la suerte de nacer en el seno de una familia que le encantaban las fiestas, y eso conllevó que se celebraran todos mis cumpleaños desde el primer añito con bombos y platillos hasta mis 15 .(Tradición que procuré mantener con mis hijos). Como caía ( y sigue cayendo si el cambio climático lo permite)  en verano, en plenas vacaciones, mis amigos y yo lo disfrutábamos al máximo sin importarnos si caía día entre semana o fin de semana.

Para estas memorias me han ayudado mucho mis fotos familiares, pues realmente de los 4 primeros recuerdo muy poco, pero de los 5 en adelante sí que me acuerdo.

Mis padres y yo nos mudamos a Alturas de Belén, en Marianao,  en el año 1948, año en el que mi padre construyó nuestra primera casa en el reparto  (después construiría otras 3 en la misma cuadra).  En esa vivienda (sita en 78  casi esq. a 55,  sí  la casa que hoy parece una ruina aunque sigue habitada por la hija del médico que se la compró a mi padre), me celebraron mi primer y mi segundo añito.  Y parece que me lo pasé muy bien, o al menos eso dicen las fotos.   Mi tercer añito me lo celebraron en la 2da casa que quedaba al doblar ( la que es hoy vivienda de Mercedes y Reinaldo, en 55 casi esq. a 78)  y recuerdo que ese año me hicieron mi primera foto "a color"  sentada .- con las piernas cruzadas, mis bucles de los días de fiesta y las piernecitas cruzadas con mis boticas blancas.- en un sofá que quedó inmerso en mi memoria a tal punto que 50 años después me compraría uno igual, porque ese año mi Tio Cuso se quedó dormido en el sofá con un cigarro encendido y por poco no hace el cuento , !qué susto !

Mi aniversario número 4 y hasta el  9, me lo celebraron en la nueva ubicación de mi residencia familiar, en el  7814 de la calle 55   (hoy conocida como la casa de los Moré).  Esa casa fue, como las novelas, construida por " entregas".   Pues bien, estando en la primera "entrega", me celebraron mi cumple y esta vez, como era usual en esa época, se alquilaron sillas y mesas porque entre amigos y familiares  "no había cama pa' tanta gente" jajaj. Ese fue un año muy particular, pues mi regalo de cumple consistió en el juego de cuartos de la casa Eduardo , blanco y pintado a mano que ha estado conmigo a lo largo de toda mi vida, y que si pudiera hablar...¡candela!

Para mi 5to aniversario, ya la casa había entrado en su 2da. "entrega" pues mi papá estaba construyendo Topes de Collantes, los ingresos eran mayores y la casa se había agrandado considerablemente....ese año hubo actividad cultural y todo, mis padres contrataron a Mandrake, el mago  quien hizo las delicias de todos en el garage de la casa, (hoy la casita de Caridad Moré) .  Rememorar ese aniversario es entrar en todo lo que conllevaba un cumple en mi familia.

Cuando iba acercándose la fecha , mi madre me llevaba de tiendas:  me compraba 6 pares de medias blancas con dibujos y de las que se doblaban,, seis bloumers tipo bombachos de algodón con encajitos, (a veces los hacía ella) o aquellos que les decían semanarios, porque tenian bordados los días de la semana , 6 corpiños, pijamas, una caja de pañuelitos (a veces eran simplemente pintados, otras bordados con temas infantiles o mis iniciales y hasta tejidos a crochet, porque en la cartera de una niña los pañuelos no podían faltar), los consabidos zapatos blancos ( hasta los 6, botas para intentar corregir mis pies planos), que compraba bien en la peletería California o en el Gallo de oro, aunque ese año me llevo a Ballet (quedaba en Neptuno casi esquina a Galiano, hoy creo que hay un
club del tango), y me compró UNAS ZAPATILLAS DE RASO ROSADO, porque su niña queria ser bailarina  (adoro el baile), pero tenía 4 cosas en contra:  era "hermosa", ( siempre he sido de buen comer y mi madre una excelente cocinera), "ñata" ( cosas de la raza, por lo tanto, 0 equilibrio), tenía los pies planos y...por si fuera poco...era NEGRA y mi madre no era socia del Lyceum.  No obstante eso, mi madre me cumplió mi sueño y tuve mis zapatillas :en vez de con un peluche, dormía abrazadas a ellas.  Mi padre ya había ayudado a encauzar mi amor por el baile: me compró un televisor en el 1953 y yo aprendí a bailar rumba mirando a Tongolele en Cine del Hogar al mediodía.

La ropa no me la compraban hecha,sólo la de jugar: shorts, camisetas, vaqueros pero, para los vestidos, mi madre se iba a La Isla de Cuba, o a cualquier otra tienda a comprar las telas con las que me confeccionaba los consabidos 3 vestidos, que iban a sustituir a los ya previamente escogidos para "regalar a otros niños necesitados" (mi madre me inculcó siempre el hábito de compartir con los más necesitados, porque ella nunca olvidó sus orígenes ni mi padre, tampoco).  Después de dispuesto el "ajuar",  venían los preparativos del "fiestón".   Mi madre me llevaba el día antes a la Fotografia a hacerme la foto del cumple, casi siempre al Studio Da Vinci o a cualquier otro que estuviera de moda pero, ya previamente, habíamos idos a La Gran Vía de San Lázaro a encargar el cake y los dulces,( el adorno de ese año era un carrusel, y se movía y todo).  Después se encargaban a la Marquina o a la bodega de Alberto  o a las Delicias de Belén, los refrescos, las cervezas y algunas botellas de bebidas alcohólicas ..para los mayores, pues en esa época los niños iban acompañados de sus padres a los cumples de sus amigos....imagínense....Se encargaban los helados a Guarina...El buffet se encargaba a Chez Merito o lo confeccionaba mi mamá con la ayuda de Pancha, nuestra querida cocinera, madre de los Martiato quien construyó el edificio donde vivían los Chalas (55 numero 7820)  para ella y sus 14 hijos, todos ellos trabajadores de la construcción.  El buffet, uno para los niños y otros para los mayores, en esa época se servía en los platos, vasos previamente adquiridos por mi Tia Celia en el Ten Cent de Obispo, junto con las cadenetas, los faroles, los globos, las servilletas en colores, en fin, toda la parafernalia necesaria para adornar y servir.   También se encargaba de llenar las "bolsitas", de papel de seda que compraba en el Barrio Chino y las llenaba de chucherías: caramelos de fresa, miel, menta (esos no me gustaban), bombones "besito de novia", pitos, matracas, confetti, sombreros y todo lo que se le ocurriera.  Ella también se encargaba de la piñata y de llenarla;de la rifa y de comprar los juguetes de la rifa; de colocar el "burro" para ver quien le ponía la cola; de taparle los ojos a los que jugábamos a la Gallinita Ciega con una cinta o un pañuelo y vigilar que no hiciéramos trampa; de que los niños no se hicieran daño montando en la canal del jardín o mataperreando por toda la casa y el jardín, eso sí, de calle NANINA., ni siquiera en la acera.  También se encargaba de ir colocando los regalos en mi cama en la medida que mis amigos los iban trayendo, parecía la cama una vitrina de exhibición....Los cumples empezaban casi siempre a partir de las 4 pm  pero se prolongaban hasta bien entrada la noche, porque cuando terminaba la fiesta infantil, comenzaba la de los adultos....y a guarachear.....ahi si que se bailaba.. y con música en vivo....yo por lo general me quedaba dormida en brazos de mi madrina Josefina....Pero para mí la verdadera fiesta empezaba al otro día cuando mi mamá me desenrezaba el pelo a base de aceite de oliva y cepillo...eso si era diversión  para mis primas que por supuestos se quedaban a dormir en casa despues de la fiesta.

Aunque la puerta permanecía abierta, nadie que no estuviese invitado se atrevía a entrar, aunque en mi casa eran bienvenidos no sólo mis familiares  (que ya con ellos sólo había para llenar el local) , los invitados y la gente del barrio, Rolandito Ochoa es el único que recuerdo asistía a ellas. junto con las nietas y nietos de mi querida Pancha.  En la cuadra,vivían  muchos niños y niñas,( por las mañanas era un entre y sale de autobuses escolares) pero, la mayoría no jugaba conmigo, los prejuicios raciales eran muy fuertes en esa época.,A mi casa iban los hijos de los amigos de mis padres como los Querejeta (hijo y nieto del General), los Portuondo Calá, (periodistas), las Mesa (cuyo padre poseía una mueblería cerca del Mercado de 4 Caminos), los Zayas de calle 76 (dueños de una Carpinteria donde se fabricaron las puertas, las ventanas y los muebles de la casa de 7810),  los  Téllez de Nicanor del Campo, las sobrinas de Santos Recio (el mayorista ferretero), los Yi Caballero, en fin, casi todos los miembros del Club Atenas,  los hijos del equipo de trabajo de mi papá, las hijas y ahijadas de mi madre y el copón divino y se ubicaban  por toda la casa y el jardín.  Aquello era una locura pero me lo pasaba bomba.

A medida que fui creciendo, cambió el formato de mis cumples pero lo esencial se mantuvo.  Era el dia para compartir con familiares y amigos, soplar las velas y picar el cake.  Incluso el año en que arribé a los 15 años, mi abuelo materno llevaba sólo 3 meses de fallecido y mi madre dijo:  "Los 15 sólo se cumplen una vez en la vida y tu abuelo vivió una vida larga y rodeado del cariño de los suyos."  Me lo celebraron pero sin el bombo y el platillo característico de la época, sino de una forma más sencilla, pero no por ello menos entusiasta.  Y lo disfruté muchísimo.



Gracias a todos por dedicarme estos minutos. Sé que muchos de Uds., a lo largo de los años, han compartido  alguno de mis cumples, y los que aún no lo han hecho, pues no se preocupen yo pienso seguir celebrándolos por muchos muchos años más.   LOS QUIERO Y ME QUEDO CORTA

HASTA LA PRÓXIMA , AMIGOS



                                                                                                                  

Los Cumpleaños







Hola Amigos:   como muchos sabrán hoy es mi cumpleaños...Ya llegué a los 67(mi tía diría:  la "puñalá".-(nací a las 9 de la mañana) y he pensado que me agradaría mucho compartir con Uds. algunas de las vivencias de mis celebraciones "cumpleañeras".

Tuve la suerte de nacer en el seno de una familia que le encantaban las fiestas, y eso conllevó que se celebraran todos mis cumpleaños desde el primer añito con bombos y platillos hasta mis 15 .(Tradición que procuré mantener con mis hijos). Como caía ( y sigue cayendo si el cambio climático lo permite)  en verano, en plenas vacaciones, mis amigos y yo lo disfrutábamos al máximo sin importarnos si caía día entre semana o fin de semana.

Para estas memorias me han ayudado mucho mis fotos familiares, pues realmente de los 4 primeros recuerdo muy poco, pero de los 5 en adelante sí que me acuerdo.

Mis padres y yo nos mudamos a Alturas de Belén, en Marianao,  en el año 1948, año en el que mi padre construyó nuestra primera casa en el reparto  (después construiría otras 3 en la misma cuadra).  En esa vivienda (sita en 78  casi esq. a 55,  sí  la casa que hoy parece una ruina aunque sigue habitada por la hija del médico que se la compró a mi padre), me celebraron mi primer y mi segundo añito.  Y parece que me lo pasé muy bien, o al menos eso dicen las fotos.   Mi tercer añito me lo celebraron en la 2da casa que quedaba al doblar ( la que es hoy vivienda de Mercedes y Reinaldo, en 55 casi esq. a 78)  y recuerdo que ese año me hicieron mi primera foto "a color"  sentada .- con las piernas cruzadas, mis bucles de los días de fiesta y las piernecitas cruzadas con mis boticas blancas.- en un sofá que quedó inmerso en mi memoria a tal punto que 50 años después me compraría uno igual, porque ese año mi Tio Cuso se quedó dormido en el sofá con un cigarro encendido y por poco no hace el cuento , !qué susto !

Mi aniversario número 4 y hasta el  9, me lo celebraron en la nueva ubicación de mi residencia familiar, en el  7814 de la calle 55   (hoy conocida como la casa de los Moré).  Esa casa fue, como las novelas, construida por " entregas".   Pues bien, estando en la primera "entrega", me celebraron mi cumple y esta vez, como era usual en esa época, se alquilaron sillas y mesas porque entre amigos y familiares  "no había cama pa' tanta gente" jajaj. Ese fue un año muy particular, pues mi regalo de cumple consistió en el juego de cuartos de la casa Eduardo , blanco y pintado a mano que ha estado conmigo a lo largo de toda mi vida, y que si pudiera hablar...¡candela!

Para mi 5to aniversario, ya la casa había entrado en su 2da. "entrega" pues mi papá estaba construyendo Topes de Collantes, los ingresos eran mayores y la casa se había agrandado considerablemente....ese año hubo actividad cultural y todo, mis padres contrataron a Mandrake, el mago  quien hizo las delicias de todos en el garage de la casa, (hoy la casita de Caridad Moré) .  Rememorar ese aniversario es entrar en todo lo que conllevaba un cumple en mi familia.

Cuando iba acercándose la fecha , mi madre me llevaba de tiendas:  me compraba 6 pares de medias blancas con dibujos y de las que se doblaban,, seis bloumers tipo bombachos de algodón con encajitos, (a veces los hacía ella) o aquellos que les decían semanarios, porque tenian bordados los días de la semana , 6 corpiños, pijamas, una caja de pañuelitos (a veces eran simplemente pintados, otras bordados con temas infantiles o mis iniciales y hasta tejidos a crochet, porque en la cartera de una niña los pañuelos no podían faltar), los consabidos zapatos blancos ( hasta los 6, botas para intentar corregir mis pies planos), que compraba bien en la peletería California o en el Gallo de oro, aunque ese año me llevo a Ballet (quedaba en Neptuno casi esquina a Galiano, hoy creo que hay un
club del tango), y me compró UNAS ZAPATILLAS DE RASO ROSADO, porque su niña queria ser bailarina  (adoro el baile), pero tenía 4 cosas en contra:  era "hermosa", ( siempre he sido de buen comer y mi madre una excelente cocinera), "ñata" ( cosas de la raza, por lo tanto, 0 equilibrio), tenía los pies planos y...por si fuera poco...era NEGRA y mi madre no era socia del Lyceum.  No obstante eso, mi madre me cumplió mi sueño y tuve mis zapatillas :en vez de con un peluche, dormía abrazadas a ellas.  Mi padre ya había ayudado a encauzar mi amor por el baile: me compró un televisor en el 1953 y yo aprendí a bailar rumba mirando a Tongolele en Cine del Hogar al mediodía.

La ropa no me la compraban hecha,sólo la de jugar: shorts, camisetas, vaqueros pero, para los vestidos, mi madre se iba a La Isla de Cuba, o a cualquier otra tienda a comprar las telas con las que me confeccionaba los consabidos 3 vestidos, que iban a sustituir a los ya previamente escogidos para "regalar a otros niños necesitados" (mi madre me inculcó siempre el hábito de compartir con los más necesitados, porque ella nunca olvidó sus orígenes ni mi padre, tampoco).  Después de dispuesto el "ajuar",  venían los preparativos del "fiestón".   Mi madre me llevaba el día antes a la Fotografia a hacerme la foto del cumple, casi siempre al Studio Da Vinci o a cualquier otro que estuviera de moda pero, ya previamente, habíamos idos a La Gran Vía de San Lázaro a encargar el cake y los dulces,( el adorno de ese año era un carrusel, y se movía y todo).  Después se encargaban a la Marquina o a la bodega de Alberto  o a las Delicias de Belén, los refrescos, las cervezas y algunas botellas de bebidas alcohólicas ..para los mayores, pues en esa época los niños iban acompañados de sus padres a los cumples de sus amigos....imagínense....Se encargaban los helados a Guarina...El buffet se encargaba a Chez Merito o lo confeccionaba mi mamá con la ayuda de Pancha, nuestra querida cocinera, madre de los Martiato quien construyó el edificio donde vivían los Chalas (55 numero 7820)  para ella y sus 14 hijos, todos ellos trabajadores de la construcción.  El buffet, uno para los niños y otros para los mayores, en esa época se servía en los platos, vasos previamente adquiridos por mi Tia Celia en el Ten Cent de Obispo, junto con las cadenetas, los faroles, los globos, las servilletas en colores, en fin, toda la parafernalia necesaria para adornar y servir.   También se encargaba de llenar las "bolsitas", de papel de seda que compraba en el Barrio Chino y las llenaba de chucherías: caramelos de fresa, miel, menta (esos no me gustaban), bombones "besito de novia", pitos, matracas, confetti, sombreros y todo lo que se le ocurriera.  Ella también se encargaba de la piñata y de llenarla;de la rifa y de comprar los juguetes de la rifa; de colocar el "burro" para ver quien le ponía la cola; de taparle los ojos a los que jugábamos a la Gallinita Ciega con una cinta o un pañuelo y vigilar que no hiciéramos trampa; de que los niños no se hicieran daño montando en la canal del jardín o mataperreando por toda la casa y el jardín, eso sí, de calle NANINA., ni siquiera en la acera.  También se encargaba de ir colocando los regalos en mi cama en la medida que mis amigos los iban trayendo, parecía la cama una vitrina de exhibición....Los cumples empezaban casi siempre a partir de las 4 pm  pero se prolongaban hasta bien entrada la noche, porque cuando terminaba la fiesta infantil, comenzaba la de los adultos....y a guarachear.....ahi si que se bailaba.. y con música en vivo....yo por lo general me quedaba dormida en brazos de mi madrina Josefina....Pero para mí la verdadera fiesta empezaba al otro día cuando mi mamá me desenrezaba el pelo a base de aceite de oliva y cepillo...eso si era diversión  para mis primas que por supuestos se quedaban a dormir en casa despues de la fiesta.

Aunque la puerta permanecía abierta, nadie que no estuviese invitado se atrevía a entrar, aunque en mi casa eran bienvenidos no sólo mis familiares  (que ya con ellos sólo había para llenar el local) , los invitados y la gente del barrio, Rolandito Ochoa es el único que recuerdo asistía a ellas. junto con las nietas y nietos de mi querida Pancha.  En la cuadra,vivían  muchos niños y niñas,( por las mañanas era un entre y sale de autobuses escolares) pero, la mayoría no jugaba conmigo, los prejuicios raciales eran muy fuertes en esa época.,A mi casa iban los hijos de los amigos de mis padres como los Querejeta (hijo y nieto del General), los Portuondo Calá, (periodistas), las Mesa (cuyo padre poseía una mueblería cerca del Mercado de 4 Caminos), los Zayas de calle 76 (dueños de una Carpinteria donde se fabricaron las puertas, las ventanas y los muebles de la casa de 7810),  los  Téllez de Nicanor del Campo, las sobrinas de Santos Recio (el mayorista ferretero), los Yi Caballero, en fin, casi todos los miembros del Club Atenas,  los hijos del equipo de trabajo de mi papá, las hijas y ahijadas de mi madre y el copón divino y se ubicaban  por toda la casa y el jardín.  Aquello era una locura pero me lo pasaba bomba.

A medida que fui creciendo, cambió el formato de mis cumples pero lo esencial se mantuvo.  Era el dia para compartir con familiares y amigos, soplar las velas y picar el cake.  Incluso el año en que arribé a los 15 años, mi abuelo materno llevaba sólo 3 meses de fallecido y mi madre dijo:  "Los 15 sólo se cumplen una vez en la vida y tu abuelo vivió una vida larga y rodeado del cariño de los suyos."  Me lo celebraron pero sin el bombo y el platillo característico de la época, sino de una forma más sencilla, pero no por ello menos entusiasta.  Y lo disfruté muchísimo.



Gracias a todos por dedicarme estos minutos. Sé que muchos de Uds., a lo largo de los años, han compartido  alguno de mis cumples, y los que aún no lo han hecho, pues no se preocupen yo pienso seguir celebrándolos por muchos muchos años más.   LOS QUIERO Y ME QUEDO CORTA

HASTA LA PRÓXIMA , AMIGOS



                                                                                                                  

domingo, 23 de agosto de 2015

Como lo recuerdo....te lo cuento: Los Carnavales





Sentada ante la tele, disfrutando de la transmisión de los Carnavales de Tenerife 2015, acuden a mi mente imágenes de aquellos Carnavales que tanto disfruté en mi amada Cuba.


  Sonados eran los de Santiago de Cuba, que tenían lugar en julio en vísperas de la Santa Ana, y que transcurrían al ritmo del cocuyé y de la Tumba Francesa guiados por el resonar de los tambores, acompañados de un buen ron, al paso de las cutaras y bajo la atiplada melodía de la "trompeta china"



Pero, en mi memoria perviven por el despliegue de imaginación en sus desfiles y paseos, los de mi entrañable Habana, que llegaron a hacerle sombra hasta a los de Río de Janeiro.

Allá por los años 50-60, (los de mi infancia), los Carnavales de la Habana se celebraban durante los meses de enero-febrero a lo largo de cuatro fines de semana: los sábados, desfile de comparsas y carrozas; los domingos, paseos de carrozas, autos y camiones bellamente ornamentados y sus tripulantes y viajeros disfrazados acorde con el tema escogido.

Las comparsas, representativas de los diferentes barrios y asociaciones habaneras (recordar que en esa época incluía la provincia de La Habana y Ciudad de la Habana) tenían diferentes categorías.  Las había tradicionales, emblemáticas y representativas  (la clasificación es mía).

  Entre las más tradicionales podíamos encontrar la comparsa de "El Alacrán"., de la barriada de El Cerro, cuyo tema reflejaba los abusos y excesos de que eran objeto los negros esclavos en la industria azucarera durante la etapa colonial, con su vestuario azul y blanco (tal vez, en homenaje a Yemayá)  y cuyas farolas  representaban los personajes de su repertorio: el mayoral, el alacrán, el cimarrón, los cortadores de caña con sus machetes (hombres, mujeres y niños) , entre otros,  los que reflejaban en su canto la denigrante situación a la que estaban sometidos en su vida cotidiana bajo el atronador sonido del látigo del mayoral y la constante amenaza del cepo y el bocabajo:" ...corta la caña...mira que viene el mayoral sonando el cuero...."



O, los" Marqueses de Atarés" - de la barriada del mismo nombre-, cuyos integrantes remedaban con su vestuario y sus movimientos danzarios las costumbres de los salones habaneros de la alta sacarocracia de los siglos XVIII-XIX .  O, los" Componedores de Bateas" (bateas: grandes tinas de madera usadas por las lavanderas) .  O, las "Jardineras" con su contagioso estribillo:  "....floooores, floooores,  ahi vienen las jardineras y vienen regando flooores..." Y más tarde, los "Payasos" del Vedado, la comparsa de la FEU (Federación Estudiantil Universitaria) o los inigualables y multi-premiados "Guaracheros de Regla" con sus estilizados y modernos movimientos y ejecuciones..

Los sábados, con el cañonazo de las 9pm daba comienzo el desfile de comparsas y carrozas.



  A la inauguración habían precedido actividades como la elección de la Reina del Carnaval y sus Damas
-que mas tarde se convirtieron en la Estrella y sus Luceros-, el rey Momo ( que recuerdo una vez fue Pinelli), las que presidían el desfile desde el Palco Presidencial que se ubicaba frente al Capitolio junto a personalidades y representantes del Gobierno.

Recuerdo, que en el Desfile Inaugural participaban unidades de la policía motorizada, incluso de USA y Canadá, en sus vistosas Harley-Davidsons escoltando la carroza de la Reina del Carnaval.
El recorrido del desfile se iniciaba en los alrededores del Parque Maceo (frente al hoy Hospital Ameijeiras), continuaba a lo largo de la Ave. del Puerto (Malecón) y subía por todo el Paseo del Prado hasta la Tribuna Presidencial, en la que también se situaba el Jurado, pues este era un evento de carácter competitivo. (Muchas de las carrozas eran auspiciadas por las empresas e industrias y, mas tarde serían  los sindicatos e instituciones culturales sus patrocinadores).

A todo lo largo del Paseo del Prado, se ubicaban sillas y palcos (un peso la silla, 6 pesos el palco) pero muchos, como mi familia, preferían sentarse en el muro del Malecón, más fresco y gratis. O ubicarse en los balcones de las casas de amigos y familiares ubicadas en los alrededores   (daba una perspectiva diferente).  Otros, se sentaban en los muros del Paseo del Prado e, incluso, sobre los "leones" aunque si íbamos con Manene (mi tia abuela que vivió 105 años) nos sentábamos en palcos.

Pululaban por los alrededores toda clase de vendedores ambulantes y se podían comprar desde "maní tostao" hasta golosinas, bebidas, alimentos y todo aquello que se necesitaba para alegrar el Carnaval: serpentinas, confetti, pitos, matracas, antifaces, etc. Aprender a "tirar" una serpentina era todo un arte, pues había que lograr que se desplegara y no le diera en un ojo a los integrantes de las carrozas y comparsas.  Pero mas que  comprarlas, lo divertido era "coger" las que tiraban desde ellas.

Recuerdo el Carnaval como una fiesta muy colorida y ruidosa, plena de fantasía e imaginación, donde por encima del retumbar de los tambores sobresalía el agudo sonido de la "trompeta china" cuando nos visitaban los del Cocuyé,  Y tambien, como algo que me impresionaba muchísimo y hasta me daba miedo, por ejemplo, cuando los "diablitos"  hacían su aparición con su repique de cascabeles y sus trajes multicolores y sus rostros de yute pintado vestigios de la religión abakuá.

A medida que las comparsas iban subiendo por el Prado, el pueblo iba "arrollando" por los portales o por la otra vía del Prado, pues las comparsas subían pero, no bajaban.  En la parte central del Prado, se ubicaban los quioscos y cantinas con sus cubetas de madera o tanques de metal llenos de hielo, cervezas y refrescos y resultaba divertido ver a familias enteras formando "el trencito" uno detrás del otro fuertemente agarrados para no perderse.

Los domingos todo era más pausado: desfilaban las carrozas, los coches y camiones bellamente adornados repletos de familiares y amigos,  todos disfrazados y enmascarados o con antifaces.
Recuerdo una vez  que mi padre ( quien tenia una constructora llamada "Mocazan" y poseía camiones) prestó uno de ellos a la familia y la mayor parte de los nietos de Abuela Angelina ( en aquellos momentos eramos más de 15) nos subimos a la cama del camión disfrazados y pletóricos de alegría.  Lo pasamos Super dando vueltas y más vueltas , porque estos paseos si subían y bajaban.

Las carrozas, en las que primaba la belleza femenina, representaban en esa etapa a sus patrocinadores :  cigarros "Partagás", cervezas "Cristal" , "Hatuey" o "Polar", agua mineral "La Cotorra", refrescos Coca Cola, Materva e incluso asociaciones y clubes como el Lyceum.  En ellas, las empresas publicitarias desbordaban su imaginación y utilizaban para ello  las voces y la presencia física de personajes de la televisión y la radio como Manolo Ortega, Cachucha y Ramón, Olga y Tony entre muchos otros.

Era impresionante ver como la ciudad, en sus principales calles y centros comerciales reflejaba la festividad del carnaval, incluso a través de personajes muy queridos de la población como Bigote de Gato, la Marquesa o el mismísimo Caballero de París.

Recorrer las calles de Galiano, San Rafael, Reyna, Belascoaín, Monte era sumergirse en ese mundo de máscaras y disfraces, y a la vez, descubrir aquella otra triste realidad, la de aquellos infelices desamparados que dormían en los portales sobre "colchones de cartón" y cubiertos con "colchas de periódicos" que nos mostraban la otra cara del Carnaval.