domingo, 13 de marzo de 2016

De La Habana a Valencia....ni Ulises en su Odisea

Año 1998.  Soy una socia más de ese Club que integran las madres cuyos hijos han decidido buscar un futuro mejor fuera de nuestras fronteras.  Si 5 años atrás me hubieran preguntado si consideraba la posibilidad de ser miembro del mismo, realmente no me lo hubiera creído.  En aquel momento, mis dos hijos se encontraban estudiando sus carreras universitarias en sus respectivas Facultades, y ni por asomo podía imaginarme que algún día me plantearían esa posibilidad... Mas, una cosa piensa el borracho y otra, el bodeguero...fue así como en el referido año me encontraba preparándome para mi primera visita al nuevo lugar de residencia de mis dos hijos: Valencia, España.

En esa época, dado que aún el número de emigrados cubanos en España no era significativo,  resultaba bastante fácil obtener un visado de turismo.  Mi hija, esperaba su primer hijo y tenía un embarazo bastante complicado.  Para ese entonces, yo era trabajadora por cuenta propia, pero aún no llevaba 5 años fuera del MinCult por lo que me era indispensable lograr me otorgasen el consabido autorizo pues era una profesional. Gracias a la colaboración de algunos funcionarios de la Delegación Provincial de Cultura de Ciudad de la Habana, .- en especial de Juanita Conejero-,  este requisito se cumplió sin grandes contratiempos.  Y, en cuanto a las autoridades de Inmigración, debo decir que se comportaron correctamente.  Una vez cumplidos los trámites reglamentarios y con el visado en el pasaporte, me dispuse a emprender, un día de marzo del referido año, mi pequeña Odisea hacia las tierras de la Madre Patria.

Llegamos al antiguo aeropuerto "José Marti" con el tiempo suficiente para compartir con familiares y amigos que allí se habían dado cita para desearme un buen viaje y un mejor reencuentro con mis hijos.  Una vez concluídos los trámites que me permitían embarcar, me despedí de ellos y me dispuse a disfrutar de mi vuelo.  Ja Ja...eso pensaba yo.  Subimos al avión, acomodamos el equpaje de mano, tomamos asiento en nuestras respectivas butacas  y....cuando nos disponíamos a reclinarnos en ellos, se escuchó la voz de la azafata que informaba: "Señores pasajeros, Cubana de Aviación tiene el penoso deber de informarles que la salida de este vuelo ha sido pospuesta debido a problemas técnicos.  Rogamos a los Sres. Pasajeros se presenten en la puerta para ser trasladados nuevamente al aeropuerto hasta nuevo aviso".  Se me cayó el alma al suelo.  Yo debía aterrizar a una hora prefijada en Barcelona para de allí hacer un transbordo al avión que me llevaría hasta Manises, Valencia, donde me esperaría la familia.  De no ser así, perdería el referido vuelo.  En esa época, no existían los móviles ni los whasapp ni los sms (al menos para mí) y no tenía cómo avisarles a mis hijos de lo que estaba pasando, pues yo   poseía divisas pero no podía utilizarlas. Tampoco podía realizar llamadas internacionales desde alli. Sólo cabía esperar que ellos se enteraran por sus propios medios.  (Por suerte, así fue, y mi yerno pudo cambiar el horario del otro vuelo).

Una vez de vuelta al aeropuerto, la espera se alargó tanto ( el avión debió de despegar a las 5pm y eran cerca de las 8pm), que nos llevaron al restaurante del aeropuerto a comer y créanme, jamás me había comido un filete mignon como aquel y eso que tiempo atrás me había comido varios en muy diversos lugares, incluídos La Torre, el Riviera, el Monsegneur y el Patio en sus buenos tiempos. Aquel filete estaba delicioso, jugoso, bien cocido, en su punto. Era un plato gourmet.  Una vez terminado el postre, nos llevaron a una pequeña salita donde una hora más tarde nos indicaron que ya podíamos retornar al avión pues estaba listo para el despegue. Lo que no nos dijeron en ese momento fue que la avería consistía en un problema en uno de los motores y que habían tenido que cambiarlo; porque de ser así, de seguro me hubiese en tierra.

El vuelo transcurrió casi sin inconvenientes, excepto por las famosas turbulencias.  Yo no me explico cómo, siendo yo una persona que padece de vértigo no me afectó para nada la altura...tal vez, porque evitaba mirar directamente hacia abajo y lo hacía en sentido longitudinal.  Admiré tanto los paisajes de mi bella Cuba al despegar, como los de España en el proceso de aterrizaje.  Dormir, no pude.  No acostumbro a cerrar los ojos mientras viajo.  El señor que me tocó en el asiento de la izquierda tampoco pegó ojo en toda la noche e insistió mucho en que descendiera con él en Barcelona y le avisara a mi familia que me iba a pasar unos días a Italia con él  (el visado Schengen lo permite), pero yo no accedí.  Tenía miles de razones para no hacerlo, y el volver a estar junto a los míos era prioritario.  Pero, me halagó saber que aún estaba de "pelea" jaja.

Días antes de mi viaje, había contactado con unas amigas valencianas que me informaron de que viniese bien abrigada pues hacía frío.  Ja ja.  Cuando desembarqué en Barcelona habían 28 grados.  Yo venía con un conjunto (chaqueta-abrigo y saya) forrado con una frazada que me había confeccionado un sastre en Cuba, un jersey de lana pura con cuello tortuga , medias de nylon, zapatos de gamuza de tacón alto y de contra, no me podía quitar nada pues me habían hecho un peinado de peluquería.  De madre el caso.  Imagínense mi cara cuando al llegar al mostrador del vuelo de transbordo me informaron de que mi yerno había transferido el mismo para 3 horas después.  Suerte que en el aeropuerto de El Prat habían locales climatizados y en ellos me mantuve hasta la hora del vuelo.  Por fin llegó la hora del embarque y la llegada a Manises, Valencia donde me esperaban.  

Dicen que la máquina del tiempo no existe, pues yo creo que la inventaron los cubanos: el aeropuerto "José MartÍ".  Cuando en El Prat tuve necesidad de acudir al Aseo, me comió el subdesarrollo y eso que yo estaba acostumbrada a ir a los baños del Habana Libre en La Habana donde siempre tenían lo último en producción sanitaria.  Jaja.  Una vez satisfechas mis necesidades primarias, procedí a realizar lo que todo el mundo: lavarme las manos.  Y, ¡ ahí se armó la gorda!  Cogi jabón del expendedor, abrí la pila y procedí a restregarlas una contra la otra.  Pero, no lograba que el grifo se cerrara.  Mientras más lo intentaba más agua manaba del mismo.  Dale una y otra vez hasta que oí una voz que me decía:  "Si deja de darle al grifo, se cerrará solo"  y eso que aquella persona no sabía que ya antes, en el toilet había estado unos minutos "buscando" el modus operandis de la descarga del inodoro, pues no había ni palanca ni cadena ni pedal en el suelo, estaba en la pared. Bien que podría utilizar aquí, aquella famosa frase atribuída a nuestro querido comentarista de la Comedia del Domingo, Calderón y que tan caro le costara: "De p.....queridos amiguitos".
 
Pasados ambos contratiempos, llegó la hora de recoger mis bultos y salir a encontrarme con los míos. Aquello fue apoteósico.  Estaban todos, familiares y amigos esperándome ansiosos.  Como ese mismo día había Fallas en Valencia, mis amigas Victoria y Juani se ofrecieron a enseñarme las tradicionales fiestas.  Unos meses antes de mi venida a Valencia, habían estado en Cuba unas tías desde Miami y me habían traído unas sandalias especiales para caminar.  Como mis amigas me explicaron que el recorrido por las Fallas había que hacerlo a pie, pues decidí ponérmelas.  Lo que nadie me dijo fue que por las noches la temperatura bajaba y que hacía un frío del caraj....Asi, que llegué a casa con los pies ateridos de frío y dispuesta, al día siguiente, a irme con mi hija al mercadillo más cercano a comprarme unos zapatos cerrados y forrados en lana.

Las fiestas falleras y el modo en que los valencianos las llevaban a cabo me impresionaron mucho: las falleras y falleros con sus trajes y peinados típicos,    las mascletás, las tracas, los fuegos artificiales, las bandas, los pasacalles, las iluminaciones y las fallas con sus ninots.  Fue una re- entrada maravillosa en este Viejo Continente,   Me llamó mucho la atención el homenaje que le brindan a su patrona, la Virgen de los Desamparados, y el hecho de que después de estar todo un año construyendo aquellas enormes piezas procedieran a quemarlas en la Nuit del Foc (Noche del Fuego) cantando y llorando y celebrando con alegría el Día del Padre que aquí coincide con la conmemoración de San José, Patrono de los Carpinteros, pues es en ellos en los que se inspira dicha tradición. Pero, llama sobremanera la atención que, siendo ésta la tierra del buen vino, lo celebran a base de chocolate con churros o buñuelos de boniato. ¡ Di tu!

2 comentarios:

  1. Una cosa piensa el borracho y otra el bodeguero. O lo que es los mismo una cosa es con guitarra y otra con violín. Muy buena en entrada. La he disfrutado.

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  2. Me encanto una cosa piensa el borracho y otra el bodeguero, no lo escuché antes pues mi mamá siempre dice "uno pone y Dios dispone"

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