domingo, 6 de marzo de 2016

Mi madre, una mujer fuera de serie 2da. parte.

Hablar de nuestras madres siempre resulta un tema peliagudo.  Corremos el riesgo de no ser totalmente imparciales o de tender a "idealizarlas".  Yo, no soy una excepción, de todos modos intentaré ser lo mas fiel posible a mis recuerdos.

La vida me concedió la dicha de connvivir .- en el más estricto sentido de la palabra-, durante cuatro décadas con mi madre.  A lo largo de esos años, no exentos de algún que otro encon-tronazo o momento de tensión, mantuve con ella una relación más bien fraternal.  Solíamos sentarnos, cada vez que teníamos tiempo, en el balcon de nuestra casa, cada una en un sillón (los asientos preferidos de las dos) y me contaba muchas cosas de su vida, sus sueños, sus ilusiones, sus logros y sus fracasos.  Por ella supe de los sacrificios que había hecho por su familia materna y paterna y por nosotros, sus hijas e incluso, sus nietos.  También, me sirvió para conocer sus gustos y preferencias.

Margarita, mi madre era una Piscis casi al 100%.  Poseedora de una extremada sensibilidad y creatividad artística, así como de un gusto innato fuera de lo común, que se evidenciaba en su trabajo como modista, su afición a la decoración de interiores y en el arte culinario.  Femenina en extremo, cariñosa, sensible, amable.  Y, aunque era muy difícil sacarla de sus casillas, una vez fui testigo de como tijeras en mano se enfrentaba a una vecina que le hacía la vida imposible. Por suerte, la sangre no llegó al río, pero logró que la dejara en paz.

 No era millonaria pero le encantaba sentirse como una.  Y no era que olvidara sus humildes orígenes, simplemente disfrutaba al máximo los placeres que la vida le otorgaba.  Lo mismo asistía a una representación del ballet "Cascanueces" en el City Hall de Nueva York que a oir a Liberace a un teatro en Santiago de Cuba.  O acompañaba a mi padre a ver una pelea de boxeo en el Madison Square que asistia a los espectáculos nocturnos de La Habana o París.  Era igual de felíz en la más importante recepción, que bailando con nosotras en la sala de la casa.  

El baile era una de sus pasiones.  De hecho, mis padres se conocieron en una "gira" en los Jardines de la Tropical.  A estos bailables, las damas acudían en grupo o acompañadas de amigos o familiares y vestían, tanto hombres como mujeres, sus mejores galas.  Estas últimas solían llevar sombreros o pamelas y, aquellos, de cuello y corbata o guayabera de mangas largas.  Hacían una magnífica pareja.  Todos los admiraban cuando se entregaban a disfrutar de un danzón, un son, una guaracha, e incluso una conga y en contadas ocasiones, un vals

Siempre encontraba el más mínimo pretexto para montar un "rumbón".  Daba igual que fuera un cumpleaños, que un santo.  Gustaba de compartir con los familiares y amigos en las fechas señaladas y , como buena "chef"  se ocupaba personalmente del buffet.  Incluso, era tal su  pasión por la cocina, que los domingos en casa de mi abuela cuando se reunían los 7 hermanos y sus descendientes, se daba por hecho que sería Margot quien cocinara.  En ocasiones, lo llevaba ya todo preparado desde casa, pues le era más comodo hacerlo en su propia cocina.  Para ello se compró un sinnúmero de ollas y sartenes "gigantes" de todo tipo, que colocaba cuidadosamente en el maletero del auto de mi papá.  

Eso sí, de fregado ni le hablasen.  Esa era la parte de la cocina que menos le gustaba.  Por ello, siempre contó con una asistente  (al estilo Nitza Villapol, cuyo programa no se perdía ni un día y cuyo libro de recetas aún conservo como uno de sus mayores legados).  Cuando las circunstancias ya no nos permitieron contar con esta ayuda, me hice cargo del mismo.   Eso sí, daba igual a qué hora regresara de mis actividades laborales, debía dejarlo todo limpio y en condiciones para la mañana siguiente, pues a las 6 se levantaba a colar su café y no podía hacerlo en una cocina sucia.  Una vez hecho el café, mi madre nos lo llevaba a mi padre y a mi, a la cama, sin a veces percatarse de que hacía muy poco que yo me había acostado debido a mis horarios laborales, ya que para ella, al igual que para mi abuelo Boni, el café tenía que ser como las mujeres: " fuerte, dulce y caliente".

Las vacaciones familiares eran sagradas.  En Semana Santa o verano, casi siempre alquilábamos una casa, una cabaña o nos íbamos a casa de algún amigo en Guanabo, Santa Fé o Varadero.  En una ocasión, nos fuímos a la bahía de Cabañas y recorrimos todo Pinar del Rio.   Mis padres eran grandes viajeros. Recuerdo que en una ocasión se fueron a Mexico a esperar el Año Nuevo y hubo un temblor de tierra en la capital.  Mi padre se despertó aturdido, pues habian estado festejando hasta tarde y le dijo a mi mamá: "Margarita, debo estar aún muy borracho, porque la lámpara del techo se balancea de un lado al otro" A lo que mi madre, percatándose de lo que estaba sucediendo por el barullo que había en los pasillos le contestó:  "Levántate y vámonos que esto es un terremoto".  Y cuando me lo contaba se moría de la risa porque mi padre salió como alma que lleva el diablo en paños menores ya que así acostumbraba dormirse.  Años más tarde, yo tendría la oportunidad de acompañarlos en su gira por Europa y Estados Unidos de América.

Mi madre como era una mujer muy presumida le brindaba especial atención a su aseo personal.  Solía meterse en la bañera de la casa, ( yo me maravillaba de verla sumergirse en ella rodeada de las ranas que se colaban en nuestro baño  y a las que ella consideraba sus amigas pues no les tenía miedo alguno) y utilizar jabón de lavar del negro ( como aquel ruso que solíamos usar) para bañarse y lavarse el pelo, pues decía que ese era el mejor.,( en una época en la que abundaban los jabones como Palmolive e Hiel de Vaca y los shampoos de varias clases). Después, se untaba crema Pond's en las manos, pies y cara.  Y, se hacía aplicaciones de aceite de oliva en el cuero cabelludo.  Acostumbraba a ir los sábados a la peluquería a peinarse. Lo mismo acudía a "Ellas" sita al fondo de " Fin de Siglo" que a la  propia peluqueria de este centro comercial o a la casa" Allins ".  Allí laboraba Delia Montalvo, quien era la peluquera de Nat King Cole cuando éste visitaba la ciudad, y había sido su amiga personal desde su juventud.  Consideraba que la parte del cuerpo que merecía más atención eran los pies. Para ello era necesario brindarles un cuidado especial y utilizar el mejor calzado posible.  La verdad que sus pies eran dignos del mejor spot publicitario o de aparecer en la más importante obra de arte griego.  La atención de sus pies y sus manos corría a cargo de su amiga Daysi, quien ademas era enfermera y hacía el trabajo a domicilio, pues así aprovechaba para arreglarnos a los demás, incluyendo a mi padre que era de los que le gustaba hacerse la manicura y la pedicura.  Pero, cuidado, no os equivoquéis.  Simplemente era un hombre cuidadose de su aspecto personal y que quería estar a la altura de su mujer.  De hecho, cuando terminó de construir la Terminal de ömnibus de La Habana, fundó una barbería llamada Salón Zayas, en la que se brindaba este servicio a los hombre

Como ya he explicado, la mayor pasión de mi madre era la costura.  A ella se entregaba en cuerpo y alma.  Era un proceso que le servía para evadirse de todos los problemas cotidianos.
Cuando la clienta seleccionaba la prenda a confeccionar, mi madre después de realizados los preliminares, se disponía a ir a la búsqueda de todo lo necesario para lograr su obra: hilos, agujas, zippers, botones, hebillas, adornos, etc.  Era entonces cuando se escuchaba el llamado de:  " A vestirse que nos vamos de compras".  Para estos menesteres solíamos ir en ocasiones a los almacenes de la calle Muralla en la Habana Vieja o a las tiendas de Galiano. En estas últimas, al terminar, nos dirigíamos o bien a la cafetería El Camagüey a tomar helados de frutas naturales, o a la cafetería de Flogar o el Ten Cent.  Algunas veces, ibamos a un café tipo español que quedaba en San Miguel y pedíamos "bocadillos" de jamón ibérico.

Consideraba mi mama que una pieza de ropa debía ser igual de perfecta por dentro que por fuera, Era su obra de arte.  Su marca de calidad. Para ello, la terminación de la misma debía tener una calidad exquisita. Todo se hacía a mano: sisas, dobladillos, costuras, incrustaciones, etc.  Unas veces contaba con la colaboración de algunas amigas como Zenaida y Delia, y en otras, si le venía bien, acudía a mí.  Eso sí, aunque a mí no me pagaba, me exigía la misma calidad.  Yo lo hacía con gusto y eso que, a veces, me hacía zafar todo un dobladillo porque se "notaba" una puntada. Por suerte, yo también soy una perfeccionista.

A mi madre debo mi afición por la lectura y el estudio; la preparación que me ha ayudado a salir airosa ante las adversidades del destino, una vida llena de recuerdos y el haberme podido realizar como mujer, madre y esposa.  No siempre en su momento entendí sus actitudes pero, convencida estoy que en casi todas llevaba razón.  Mis vecinos la recuerdan con mucho cariño al igual que sus amistades, pues siempre fue leal a ellas.  Me enseñó el valor de la amistad y del compromiso con la familia.  Y por todo ello, una y otra vez, seguiré dándole mil gracias a la vida por haberme dado la madre que tuve. 











7 comentarios:

  1. Felicidades. Que hermoso recuerdo de su mama. Realmente esta justificada su pasion por la cultura. Es que tuvo el privilegio de tener a una progenitora de alto vuelo

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  2. Bello relato, me acuerdo de tu mamá, aunque con el que tuve más trato fue con tu papá, por poco se me queman las chicharritas de plátano que estaba haciendo, comencé a leer y no quería parar, deberías ir pensando si es que aún no lo has hecho en convertir todas estas publicaciones en un libro de relatos.

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    1. Mary, me lo estoy pensando en serio...lo que pasa que primero tengo que buscar financiacion...aqui editar es muy muy caro gracias por tu tiempo y tu interes

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  3. Maria Magdalena escribio en facebook: Me ha encantado leer sobre tu mama. Me has trasladado en el tiempo y la distancia, me llevaste allá con ellos y contigo. Gracias por este recuerdo tan vivamente descrito.

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  4. Realmente hermoso,aunque fue hace años para Usted bien pudo ser ayer, el tiempo no pasa sobre la gente feliz. Bonitos recuerdos convertidos en presente ya que al leer me inmerso en su mundo y pareciera que lo estuviera viviendo.

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  5. Una entrada muy sentida en tu blog. Solo decirte un refrán alemán de fácil comprensión. "La manzana no cayó lejos del árbol" un saludo

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  6. Una entrada muy sentida en tu blog. Solo decirte un refrán alemán de fácil comprensión. "La manzana no cayó lejos del árbol" un saludo

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