domingo, 5 de febrero de 2017

De lo real maravilloso...las Posadas de mi Habana







En la vida de toda persona hay lugares que guardan un significado muy especial.  Y, éstos son para mí, las Posadas de la Habana.


La primera vez que puse mis pies en uno de estos establecimientos, la verdad fue que quedé 'puesta y convidada'.  Sucedió unos días antes de contraer mis primeras nupcias.  Ya habíamos dado las primeras firmas, tanto en la Iglesia como ante el Notario, y nos sentíamos casi ya marido y mujer.  Por ello, decidimos, de mutuo acuerdo, hacer efectiva la consumación del matrimonio.  Mi novio-marido o mari-novio como decimos en Cuba, quien era ya un hombre hecho y derecho, tenía experiencia en esos menesteres y escogió un lugar que él consideraba apropiado para ello: una Posada, cercana al Parque Maceo.
 No más entrar, un escalofrío me recorrió la espalda.  Estaba de pie en un lóbrego pasillo, frente a un empleado en penumbras, el cual se limitó a darnos la llave sin siquiera levantar la vista, por discreción.  Llegamos a la habitación, esperamos los tragos que habíamos pedido,  pero de ahi no pasó. Todo me daba a entender que lo que pretendíamos hacer no 'era bien visto a los ojos del Señor' (para esa etapa de mi vida, sólo me restaba la Extremaunción) Y esa no era la idea que yo tenía de mi primera vez. Mi consorte se percató de mi desasosiego y pidió la cuenta.  Nos marchamos en silencio y nunca más volvimos a tocar el tema.

Pero la vida no es como uno se la imagina, y después de mi primer divorcio, me ví en la necesidad de utilizar muy a menudo los servicios de esos lugares que Wikipedia describe como establecimientos hoteleros sitos en las afueras de las ciudades y donde los que por alli rondan pueden disfrutar de alojamiento y además, de comida y bebida. 

 De todos es conocido las dificultades de una pareja en Cuba a la hora de buscar intimidad debido a los graves problemas de vivienda; pero para suerte mía, durante los finales de los años 60 y los 70, época que coincidió con un nuevo sentido de la libertad sexual, pero sin caer en el libertinaje, aún existían múltiples lugares llamados Albergues INIT donde poder alcanzarla con un mínimo de condiciones: agua fría y caliente, sábanas y toallas muy muy limpias, habitaciones aseadas y pintadas, aire acondicionado, ofertas de bocadillos y bebidas, por precios módicos.  Imagínense que en esa etapa yo estaba becada en F y 3ra
y mi estipendio era de doce pesos moneda nacional, y nos alcanzaba para dos fines de semana, pues mi novio, de ese momento, no trabajaba aún.  

Fue en esa época, para mi maravillosa porque vivía por y para el amor, que conocí la mayoría de estos establecimientos: entre otros, las casitas de Ayestarán, la Canada Dry, la de Vento,
la de la Calzada del Cerro y Boyeros y, por supuesto, 11 y 24 donde tuvimos la dicha de engendrar a nuestra hija, en una habitación alumbrada no sólo por los destellos del amor sino también por la brillante luz que entraba por sus amplios ventanales.

Muchas personas relacionan estos lugares con citas prohibidas,y quizás tengan toda la razón, pues muchos de ellos eran utilizados por parejas para cometer sus infidelidades, pero en esa época ése no era mi caso.  Después de mi primer divorcio, yo le habia cedido mi apartamento a mi hermana menor y, por ende, no podía utilizar mi cuarto para mis encuentros amorosos.  No en ese momento.  Aún se guardaban las apariencias, así que no quedaba otra que acudir a esos sitios o, como en alguna que otra ocasión, a una casita de campaña alquilada en las arenas de Santa María del Mar, pues los hoteles costaban una media de entre 10-20 pesos moneda nacional por noche, y si urgía mucho y no había dinero, al siempre 'activo' Parque Almendares. 

Años más tarde,y como consecuencia de la grave crisis habitacional que obligó a las autoridades a convertir algunos de los Albergues INIT en albergues para la población,(aunque ya muchos de ellos estaban en franco deterioro), conocería de otros lugares como las Casitas de Piedra de la Monumental, hoteles de primera como el Sevilla
o el Victoria que a pesar de estar reservados para 'lunas de miel' se podían 'resolver' por horas; o el Comodoro si tenías la suerte de tener un novio militar,  casas de playa tanto en Santa María como Guanabo y Varadero, hasta que aparecieron en el 94 los 'rooms for rent', con todas las comodidades de un hotel pero a 'precios de turistas', y que en ocasiones, hasta piscina tenían.

Es cierto que ya para el años 70 yo disponía nuevamente de mi apartamento, pero mi casa seguía siendo 'sagrada', y eso que mi madre nunca me dijo nada al respecto, pero yo tenía por principio que a mi vivienda sólo iba aquel que hubiese tomado en serio nuestra relación y estuviera dispuesto a hacerlo valer.  Claro que no todas estas relaciones terminaron en el Juzgado, pero sí fueron muy serias y comprometidas.

Hoy por hoy, echo la vista atrás y me percato que en este mundo de lo 'real-maravilloso' mis recuerdos de aquellos establecimientos, ya casi en extinción, están llenos del amor que en ellos disfruté y que me brindaron todos aquellos con los que compartí.

Felíz Dia del Amor


4 comentarios:

  1. Nunca antes había leído estipendio, una forma inusual para referirse al salario. Quién sabe, quizás algún día la veas reflejada en alguno de mis escritos.
    Gracias por compartir algo tan íntimo como bello.
    Saludos

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  2. ¡Candela mi Pucha! Magistralmente nos llevaste de la mano como en una máquina del tiempo. Los recuerdos se agolparon y se nos hizo un nudo en la garganta. Un abrazo cubanaza...

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  3. Hermoso relato Pucha. Me encanta el estilo. Un abrazo

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