domingo, 25 de octubre de 2015

¿Creer o no creer?...casos y cosas insólitas

Por diversas razones, mi formación personal ha tenido un carácter mas bien escéptico.  Sin embargo, el afrontar diversos acontecimientos a lo largo de mi vida me han hecho pensar que existen cosas más allá de toda explicación racional.  Y , como casi siempre sucede:  "Al que no quiere caldo, tres tazas".

Mi niñez, bastante placentera, no estuvo exenta de momentos en que sin duda alguna, tomó parte activa mi Angel Guardián.  A los nueve meses, fecha en que ya caminaba  con bastante soltura y teniendo las piernas enyesadas por terapia correctiva, me las agencié para subirme a la azotea de la casa .  Estando casi al final de la misma y  en un giro inesperado, me vi rodando escaleras abajo ante la mirada atónita de mi madre y mi cuidadora. Pero cual no sería su sorpresa al percatarse de que, a pesar de la aparatosa caída, no tenía ni un arañazo.   Otro tanto ocurrió cuando, al cumplir los 3 años de edad, me subí al Hudson propiedad de mi padre por aquel entonces. Y, nadie sabe cómo, puse en marcha el auto. En el interior del mismo me vi  yendo calle abajo hasta el Hueco (55 y 80)   y por mucho que corrieron no pudieron alcanzarme hasta que el auto paró por si solo al embarrancarse...¡Menudo susto! pero , de nuevo, milagrosamente salí indemne.  

Ya mayorcita, en el año 1954, mis padres decidieron hacer un recorrido por el mundo y me llevaron con ellos.  Durante nuestra estancia de verano en USA, fuimos a visitar el Parque de Diversiones de Long Island y, como casi siempre pasa, ante la menor distracción de mis padres, me puse a andar y, me perdí en la multitud.  Mis padres angustiados pidieron ayuda a la policía, quienes me encontraron tranquilamente sentada en la arena jugando con la arena, como acostumbraba a hacerlo en las playas de mi Cuba.  Pero esta vez fue diferente.  Mi madre reaccionó muy alterada. Me imagino que por el grado de tensión al que estuvo sometida.  Y me puso las posaderas al rojo vivo...Lógicamente, aprendí la lección, pero no dudo ni por un momento que en  este caso también intervino mi Angel de la Guardia.

Siendo una adulta me he visto envuelta en episodios a los cuales no he podido dar una explicacion más allá de lo inexplicable.  Incluso he llegado a pensar que voy a saber cuál será el ultimo día que vea la luz del sol ( y no por las cataratas),

Me imagino que no soy la única a la que le han sucedido cosas como éstas, pero aún así, su existencia sigue siendo un enigma para mí.  Desde muy joven comprendí que algo fuera de lo normal me sucedía porque, no más pensar en alguien a quien hacía algún tiempo no veía o no sabía de él, era motivo suficiente para que durante ese día recibiera o bien una llamada o bien su visita.   Incluso, durante mi 4to matrimonio, mi esposo y yo teníamos una confianza infinita el uno en el otro, a tal punto, que pocas veces nos preguntábamos sobre nuestros compromisos durante el día o la noche.  Sin embargo, para mí esto no era  un problema, porque bastaba media vez que pensara en él, para que me lo encontrara en los lugares más disímiles sin que yo lo esperara y sin que él se diera cuenta. (Que conste que no lo estaba espiando jaja)

Estas percepciones fueron yendo a más, y un día, durante mi 6to matrimonio, estaban conversando en la sala de mi casa una amiga y mi esposo.  Yo estaba en la cocina preparando un café.  De pronto, me asomo y les digo: "Va a sonar el teléfono.  Es Fulano...Va a decir tal cosa.  Respóndanle esto otro" y no habia terminado mis palabras cuando sonó el teléfono y todo sucedió como les había dicho.  Se quedaron que no sabían que decir.   Fue algo inesperado.  Jamás pude darles una explicación.  Simplemente, sucedió.

  En otra ocasión, estábamos sentados unos amigos y yo en la sala jugando dominó y les conté que habia soñado que alguien (una figura femenina, tal vez una orisha) me había comunicado que el bebé que traía la esposa en su barriga era una niña, que nacería tal día, a tal hora, que pesaria tanto, que debía nombrarla de tal modo y que yo debia ser su madrina. Todos me miraron de forma incrédula.  Pasaron los meses y otro dia, que también estaban en mi casa compartiendo, le entraron unos dolores bajo vientre a la esposa.  Yo les dije que no se preocuparan, que aún faltaban dos días para la fecha que me habían dicho.  Ellos, temiendo lo peor, decidieron ir a Maternidad de Linea.  Cuando llegaron, el médico que los atendió les explicó que aún no estaba de parto pero, que prefería dejarla ingresada por si acaso.   Dos días después, tal como me habían vaticinado, tuvo lugar el parto a la hora referida y la niña, tenía casi el consabido peso al nacer.  Les recordé, cuando fui a visitarles, que debían cumplir con el resto de la profecía.  El día del bautizo, me enteré que habían decidido que la madrina fuera su hermana pero, que yo podría ser la madrina de brazos y en cuanto al nombre, no se lo pusieron oficialmente, pero cuando el cura comenzó a decir el nombre yo agregué el que faltaba.  Dicen los creyentes que la desobediencia se paga cara y, desgraciadamente en este caso fue así.  Los padres, que mantenían una preciosa relación, se divorciaron y la niña, sufrió ampliamente a causa de esa separación.

Aunque este suceso no tuvo un final feliz, al menos no fui la portadora de noticias tan terribles como sí había sucedido un tiempo antes.  

Durante el primer año de mi 7mo matrimonio, yacíamos mi esposo y yo en la cama durmiendo cuando de pronto me desperté muy sobresaltada.  Me giré hacia él y le dije: "Va a sonar el teléfono, cógelo, es para tí. Te espera una mala noticia"  Efectivamente, a los pocos segundos sonó el timbre.  Era su hermana que quería informarle que su sobrino había sido agredido, lo estaban operando pero, estaba en estado crítico. Ante su reacción, no quise comentarle que había tenido un sueño en el que había visto, como espectadora, a las mujeres de su familia todas de luto riguroso saliendo de un portón de estilo sureño y encaminándose hacia lo que parecía una sepultura bajo un árbol muy frondoso.  En el sueño, me giraba y ante mí aparecía un vendedor ambulante de bollitos de carita que intentaba venderme alguno.  Dije no y me desperté.  Una vez que mi esposo se marchó al hospital, llamé a un amigo y le pregunté sobre el significado del sueño.  Este me respondió que soñar con comida y sobre todo, con bollitos de carita, significaba muerte.  Y resultó cierto.  El joven no sobrevivió a la operación. Fue un suceso muy doloroso para familiares y amigos y me llevó mucho reponerme por haber sido portadora de tan nefasta noticia.

Después, he tenido otras experiencias que podríamos nombrar como "sobrenaturales", pero ninguna con tan terribles consecuencias como la antes referida.  Y todo ello me ha llevado a reflexionar sobre mi escepticismo, pues como decía Santo Tomás, ver para creer o vista hace Fé  y en mi caso, como ya dije antes, al que no quiere caldo, tres tazas.

Una vez más, agradezco vuestro tiempo y vuestra paciencia.  Ah, y tambien, vuestra amistad.

Hasta la próxima.  Feliz Domingo.


  

domingo, 18 de octubre de 2015

¡Que no cunda el pánico...Miedos, fobias y temores

Todos sabemos que el miedo es una reacción instintiva ante lo desconocido.  

En mi caso, he vivido condicionada por dos grandes temores que al final devinieron fobias:

- el miedo a ser enterrada viva (surgido a raíz de la lectura de un cuento de Edgar E. Poe, en plena adolescencia y alimentada por numerosas leyendas de posibles casos, como el de Roberto Faz o Joaquín Pardavé) y

- el miedo irracional a esas criaturas de cuentos de hadas que, aunque para mí, de aspecto desagradable, reconozco que son de las más inofensivas y útiles que habitan nuestro planeta:  LAS RANAS.

Mi madre solía preguntarse cómo era posible que a una persona, que le tenía tanto miedo a las ranas, pudiera gustarle tanto el comer ANCAS DE RANA.  Pero, es que la "gimnasia" nada tiene que ver con la "magnesia".  Y el hecho de que me encanten las susodichas y las considere un exquisito manjar es, a la larga, una de las consecuencias de la fobia que me creaba la sola visión de una de ellas.

El considerarlas unos seres algo repulsivos debe estar en relación directa con la sensación de frialdad que produce el mero contacto con su viscosa piel.  No puedo decir qué lo desencadenó.  En mi casa, era mi Madre quien "sacaba" las ranas del baño (su lugar preferido).  Si el miedo puede ser inducido o hereditario, pues suponed la respuesta.

En la misma medida en que me fui haciendo mayor, se acrecentaba mi fobia.  Intenté dominarla, tal como había hecho con el hábito de fumar.   Mi mente hizo su mayor esfuerzo  pero, falló en el intento.  Llegué, incluso, a colocar una rana roja (de plástico) en mi mesita de noche y hasta hacer de la Rana René mi personaje favorito pero, no bastó.  En cuanto se acercaba la noche se incrementaban mis temores de que estando tranquilamente sentada en el sofá o yacente en la cama, pudiera saltarme encima.-  desde el jardín y a través de las tablillas de las ventanas-, alguna de esas inquietas criaturas. Incluso, en la cocina, la posibilidad de encontrar una de ellas escondida en alguna vasija me hizo tomar medidas drásticas: coloqué paneles de tela metálica a todo lo largo y ancho de mi casa y sólo así, comencé a respirar un poco y conseguir dormir sin sobresaltos.  Llegué, inclusive, a considerar como una condición sine qua non a la hora de buscar pareja que ésta fuera capaz de "coger" a dichos intrusos y expulsarlos sin miramiento y, cuando no tenía pareja, contaba con la "colaboración desinteresada" de dos amigos, quienes estaban dispuestos a correr en mi auxilio a cualquier hora del día o de la noche para librarme de tan "aviesa" amenaza. 

El temor a su posible contactó me dominó de tal forma que, en una ocasión, a punto de salir a dar un paseo con mi pequeña, se interpuso entre nosotras una de estas "adorables" criaturas. Quedé literalmente paralizada.  No podía ni hablar ni moverme.  No quería alarmar a mi pequeña ni contagiarle con mis miedos...pero estaba en estado de shock:  sin saber que hacer ni que decir.  No ha sido ésta la única ocasión en que me he sentido así.  Aunque en otras ocasiones, sucedía lo contrario:..me daba por echar a correr incluso, en medio de una ducha sin parar mientes en que estaba como Dios me trajo al mundo.

Este miedo casi paranoico me persiguió durante muchos años (casi hasta que decidí venirme a vivir a España).  Por su culpa tomé decisiones que afectaron mi vida, como por ejemplo, cuando decidí no estudiar Medicina porque supe que en los laboratorios se hacían prácticas con dichos animalitos.

Durante mi época laboral, los Trabajos Voluntarios de Fin de Semana o Quincenales eran algo muy común y necesarios si querías acumular Méritos Laborales.  Por lo general, de desarrollaban en el sector agropecuario y siempre estando en ellos prevalecía el temor de tener que enfrentarme a ellas en los albergues, las letrinas, las duchas o en los campos.  Y por aquello de que:  al que no quiere caldo, tres tazas...las susodichas hacían acto de presencia por todas partes,  me caían encima y hasta  estuve a punto de atragantarme con una que se introdujo en mi jarro del café.  Por ello, no acudía a ningún lugar sin un "ángel protector" que estuviera bien dispuesto a deshacerse de tan  malévolas" criaturas. Y antes de dormirme, "sellaba" bien el mosquitero, revisaba la litera con la linterna y no me levantaba hasta el toque de diana.

Estoy convencida de que el miedo irracional nos lleva a cometer acciones absurdas.  Por los años '90, durante mi 5to matrimonio, trabajaba y residía en la zona del Guatao.  El baño de la casa, cuyo techo no estaba completamente cerrado por los costados, era un "paraíso" para los susodichos seres.  Había allí, en los tabiques, toda una colonia y su croac croac era un canto infinito.  Tan era así que, si en algún momento sentía una necesidad imperiosa, en vez de ir al baño me iba al patio.  Mi suegra que observaba mis movimientos, un día me comentó: "No entiendo lo que haces.  Salir ahí a estas horas puede ser muy peligroso"  (Cerca de allí había una Granja de Reclusos y ya habían tenido lugar penosos incidentes)..."Además, el patio está lleno de ranas"  A lo que yo respondí:  "Si, lo sé pero, yo no las veo".

Mi vida llegó a convertirse en una eterna pesadilla. Vivía condicionada por el miedo.  Y decidí plantarle cara.   No, no iba a "cogerlas" pero sí les demostraría quien era la más fuerte y que por mucho que se esforzaran no podrían conmigo.  Así que, me fui a la Plaza del Mercado, compré una sarta de ANCAS DE RANA y le pedí a mi marido que las preparara y las friera para el almuerzo.   Y, una a una, las devoré. 

Convertí así una derrota moral en una victoria... pírrica pero, victoria al fin.









domingo, 11 de octubre de 2015

De las calles de mi Habana: el Callejón de Espada

Quiso la casualidad, que allá por los años '20 del pasado siglo, mi Tío Abuelo Alonso  decidiera comprarse una casa en el número 6 del Callejón de Espada entre Chacón y Cuarteles en la hoy llamada Habana Vieja, Patrimonio de la Humanidad . Esta calle.- que en un principio se llamó calle del Ataúd debido a que su forma de  manzana triangular semeja la tapa de un ataúd-, recibió más tarde el nombre de calle de Espada porque, según la leyenda, en ella residió el Obispo Espada, en la casa que actualmente ocupa la Sociedad Dante Alighieri.

A esa casa, algunos fines de semana, me enviaba mi mamá a compartir con mi  Tia Abuela Manene, Mi Tata Celia y mis primas Yolanda y Gilda.  Era una modesta casa de 4 habitaciones, sala, comedor, cocina con sus fogones de carbón, baño,y un bello patio interior rodeado de plantas, en el que habitaba una eterna tortuga y al que se  podía acceder directamente desde los dormitorios.

Las habitaciones, de muy alto puntal atravesado por gruesas vigas por las que en la noche se oía caminar a los "guayabitos", estaban separadas por mamparas de ricos arabescos y en el comedor caían los rayos de sol de diversos colores cuando traspasaban por el vitral que separaba esta estancia del patio interior. El antiguo reloj de Cuco que había en el comedor regía cada minuto de nuestras vidas.  En el salón, señoreaba un precioso conjunto de rejillas compuesto de sofá, dos butacas y dos sillones, de caoba barnizada todo tallado a mano con su mesillas a juego.  Ahí solíamos reunirnos la pandilla del "Callejón": Yoly, Gilda, Gilda, la larga, Geovanny, Paquito, Jesús y hasta aquella magnifica cantante fallecida prematuramente: Caridad Cuervo, quien compartió muchas de nuestras veladas al ritmo del rock'n roll, y que fue nuestra entrañable amiga, al igual que su hermano.

Nuestros fines de semana se iniciaban los sábados cuando el "mercado" de carretillas ambulantes comenzaba su ajetreo, y Cuadrado ( con su camisa anudada) y Julia, (con su tabaco en la boca),  montaban su tarima para vender el "maíz molido y las hojas para tamales ".  Y también, naranjas de china recién peladas en su "maquinilla".  Junto a ellos, a lo largo del Callejón, se apilaba el resto de las carretillas con sus productos frescos y listos para ser vendidos.  Y el Callejón se convertía en una animada reunión de vendedores ambulantes al compás de sus llamativos pregones.

No más levantarnos, a una de nosotras nos enviaban a buscar el pan fresco a la panadería de la calle Chacón y a las restantes nos entregaban "el paño, el plumero y el pomo de Tumbler"  y a frotar hasta que los muebles estuviesen relucientes y sin una mota de polvo.  Después de terminada nuestra "jornada laboral", lo mismo Manene que Tía Tata nos llevaba a alquilar bicicletas a Cuba 8 para montarlas en los alrededores o nos llevaba a montar patines (aquellos famosos Unión 7 que después se convertían en chivichanas) al Parque de la Avenida de las Misiones, frente al antiguo Palacio Presidencial.

Antes de almorzar .- Manene era de ascendencia china, asi que las "verduras" eran plato frecuente.- nos metían en la gran tina del baño con sus patas de león, una a una, y venía Tia Tata con su crujiente estropajo casero y rasca que rasca para sacarnos el "churre" de la semana.  Cuando nuestra piel ya estaba reluciente, y con los pijamas puestos,  almorzábamos en la pesada mesa de estilo español con sus patas serpenteantes y después de una corta "siesta" (que ninguna cumplimentaba) nos vestían de "domingo" y a la calle.

Unas veces nos llevaban al cine Verdún donde el momento más esperado era cuando corrían el techo y se podían ver las estrellas. Y, después, a tomar helado de frutas naturales a la heladería china que quedaba en la esquina de Zulueta y Virtudes.  Otras, a caminar por la calle Obispo a "ver las tiendas" y a merendar en el "Ten Cents".  Pero algunas, de las que guardo un recuerdo muy especial, nos llevaban al Palacio de Bellas Artes, en aquel momento un museo no especializado donde me quedaba "embobada" mirando los objetos allí expuestos de la época colonial, sobre todo, el vestuario  exhibido en los maniquíes.  Me hacía sentir como en un maravilloso viaje a través del tiempo.  Y hoy por hoy me pregunto qué fue de ellos, pues en mi continuo deambular por museos y museos, no he logrado verlos de nuevo.

En ocasiones, íbamos a visitar a otras familias de la zona y guardo un recuerdo muy especial, de las visitas a casa de Isabelita, una chica de nuestra edad cuya madre era sombrerera y que padecía un trastorno neurológico, con dificultades en el habla, pero que compartía y se divertía muchísimo en nuestra compañía. Su partida a Estados Unidos en los años '60 nos dejó un amargo sabor de boca pero nuestros momentos compartidos se mantienen vivos en nuestra memoria.

El Callejón, además de formar parte integrante de nuestra adolescencia, es actualmente un lugar muy solicitado para la realización de video-clips tanto por artistas nacionales como extranjeros... Influye en ello, quizás, el hecho de que en una de sus esquinas confluyen cinco calles, o que se encuentra a pocos pasos de la Loma del Angel o que es una de las calles más pequeñas de la Habana Vieja y a su vez, la única conservada originalmente.

De mi paso por el Callejón solo quedan los recuerdos, pues mi familia con excepción de mi prima Gilda, hace mucho que abandonó este Valle de Lágrimas.  Llegue a ellos, dondequiera que estén, mi eterno agradecimiento por haber hecho de mi adolescencia un mundo poblado de bellos e inolvidables recuerdos.

Y a Uds. una vez mas, por su paciencia para compartir estas entrañables memorias, mis más sinceras GRACIAS.

Hasta la próxima.






domingo, 4 de octubre de 2015

Soles que iluminaron mi vida

Hay seres,  que como el Sol, brillan con luz propia. A algunos de quienes, en un momento dado,  aportaron más luz a mi vida, quiero hoy dedicarles este modesto homenaje, no por breve, menos sincero, en esta mi entrada de hoy.

Sería ingrato no comenzar citando a esos dos seres para mi geniales, no sólo por  haber aportado sus genes en mi creación., sino porque como algunos conocen, dejaron su impronta tanto en mí, como en este mundo que nos rodea.  Considero que su obra, sobre todo la de mi  padre, ha dejado su huella a lo largo y ancho de nuestro querido país y, por ello, en algún otro momento, les rendiré el debido homenaje que se merecen.  A ambos quiero agradecerles el haberme forjado como el ser humano que soy, con virtudes y defectos, pero con un gran amor por el resto de los mortales.

Por otra parte, quisiera también hacer mención de algunos de aquellos seres "extraordinarios", verdaderas "estrellas" con las que me he cruzado a lo largo de mi existencia y que hicieron que esta, en determinados momentos tomara un giro de 180 grados.

Desde pequeña tuve en cuenta lo siguiente: "La mejor forma de aprender es enseñar".  No sé de quien es la frase, pero la hice propia.  A lo largo de mi vida estudiantil siempre he cumplido con esta premisa y fue esta práctica la que me llevó a conocer a la Dra. Silvia Noroña, profesora emérita de la catedra de Historia en el Pre.Universitario del Vedado "Saúl Delgado" en los años '60, de cuyo Centro devendría más tarde, Directora.  Su carácter fuerte y dulce a la vez, su amor por la enseñanza y su eterna sonrisa, me hicieron ver claro: quería ser Maestra e Historiadora, y , por ella, me sumé al Contingente de Maestros Voluntarios al igual que Conrado Benítez y, años más tarde, cursé las carreras de Profesor Superior de Inglés y Licenciado en Historia del Arte.

Por complicadas circunstancias que rodearon mi casi feliz existencia en los años finales de la década del '60, me vi obligada a suspender mis estudios momentáneamente y buscar empleo. Con ese fin, atendí a una convocatoria que libraba el entonces Departamento de Trabajo con los Niños del Consejo Provincial de Cultura para formar Narradoras Orales Infantiles.  Y fue allí donde mi camino se cruzó con una de las más importantes figuras de la Cultura Cubana en el campo de la Narración Oral:  Haydée Arteaga, la Gran Dama de la Narración Oral , hoy Patrimonio Intangente de la Humanidad, quien no sólo me introdujo en ese mundo donde la fantasía juega tan importante papel en la formación del hombre del mañana sino, también, a quien debo el haberme enseñado a enfrentarme al público lo mismo en un  pequeño salón semi-oscuro que en una gran sala y dominarlos sólo con la proyección de mi voz.  Y aquí, salió a flote, mi vocación artística, que me llevó a montar pequeños espectáculos de Cantos y Cuentos  con artistas como Olga Lydia Cancela, acordeonista e integrante de Los Moralitos (sobrina de Gaby, Fofo y Miliki) y llevarlos a los Círculos Infantiles, escuelas, Centros hospitalarios, bibliotecas, teatros comunales, Casas de Cultura, centros laborales (inclusive a los barcos de la Marina Mercante Cubana),  Sindicatos, Planes de la Calle, en fin, a infinidad de lugares por todas las provincias habaneras e incluso en la Brigada 4 de Abril que desempeñó su labor en la zona de las Sierras de los Organos en Pinar del Rio.  Muchos recuerdos gratísimos guardo de esta etapa cuando me parecía estar yo misma como Alicia en un mundo de Maravilla.

A mediados de los '70, por todas esas vueltas que da la vida, me ví trabajando en el Semanario Palante.   Alli conocí ese mundo "mágico" de los humoristas y a su director: Francisco Blanco. A él debo en gran parte la culminación de mis estudios,- por la ayuda incalculable que me prestó durante los dos años que alli permanecí.-. Él me llevó a descubrir mi veta humorística cuando un día me pidió que me hiciera cargo de las Respuestas al Lector....fue un momento increible.  Me enseñó a valorar aquello que siempre leía en Selecciones del Reader's Digest:  "La risa, remedio infalible"  Me demostró que el humor nos hace ver el mundo de un modo diferente, aunque nos haga reflexionar... y he seguido su consejo durante toda mi vida a la hora de enfrentar los retos que se me han planteado:....hay que ver la botella medio llena, no medio vacía.

Corrían los años '80 y ya graduada y convertida en una "funcionaria" quiso la vida que tropezara con dos figuras de rango internacional : Florencio Gelabert, escultor cubano y Arnold Belkin, pintor muralistas candiense mejicano, ganador del ler Premio de la I Bienal de la Habana.  Ambos devinieron mis AMIGOS y sí, en mayúscula porque mayúsculo fue su aporte a mi vida.   

  Con Gelabert solía compartir en su casa-taller de Ayestarán.   Disfrutábamos muchísimo conversando en unión de su esposa y su sobrina Gisela ( quien fuera mi compañera de clases durante varios años en la Universidad de la Habana).  Por lo general, hablábamos de las actividades de la Galería del Cerro (centro que en esos momentos yo dirigía) pero, también, de sus obras en hormigón armado, pues él sentía fascinación por esta técnica y sus posibilidades y yo también. (No olvidar que mi padre era Constructor y yo me  pasaba mucho tiempo durante mi niñez recolectando piedras y caminando por las estructuras de cabillas en las obras de mi papá:  un mundo que me fascinaba).  Fue Gelabert  quien me introdujo plenamente en el mundo de los artistas plásticos y provocó en mí el ansia por agrupar a todos los de la zona del Cerro, brindarles atención, promoverlos, realizar actividades conjuntas convirtiéndome en una Promotora Cultural,.- mucho antes de que el cargo figurara en plantilla.  Entre ambos planificamos la realización de actividades tales como exposiciones, encuentros de artistas plásticos, homenajes, e imbuída de sus ideas, forjé un Grupo de Amigos de la Fotografía, que incluyó la celebración de un Concurso con premios en metálico, algo inusual para la época.  El descubrir lo que podía aportar como promotora, me llevó a fomentar actividades variadas no comunes en las Galerías de Arte Municipales, como Cine Debates, Lanzamientos y Ventas de Libro y de obras de Arte, e incluso, Conciertos a cargo de la Banda Municipal (integrada por musicos de la Banda Nacional de Conciertos).  Su apoyo fue crucial para el éxito de esta labor y  mi desarrollo profesional. Por ello, y por haber sido mi Amigo, le estaré eternamente agradecida.

Arnold Belkin fue una luz que no sólo me iluminó sino que me deslumbró.  El haberlo conocido y compartido con él momentos tan estelares como la inauguración del Salón de la I Bienal y el Concierto de Pablo Milanes en los jardines del Hotel Nacional constituyeron un hito en mi vida.  Esto junto a  la posibilidad de relacionarme con  su compañera Luz Emilia  y con sus  hijas (una de las cuales era diseñadora de la famosa marca de joyas Tiffany de nueva York)  me brindaron la oportunidad de conocer de primera mano lo que sentían los extranjeros  (no sólo los que estudiaban en Cuba en aquellos momentos y con los que compartía a diario), en cuanto a nosotros los cubanos, independientemente de la política.  Me hicieron conocer la verdadera Solidaridad Internacionalista, algo que he seguido practicando a lo largo de todos estos años y que me ha permitido conocer a decenas de personas de todas partes del mundo y a los cuales he brindado mi ayuda y mi amistad tan desinteresadamente como otros me la han brindado a mi.

Sé que no han sido los antes mencionados los únicos Soles que han aportado luz a mi vida, pero es a ellos, a quienes quiero en estos momentos dedicar este breve pero sentido homenaje.

A ellos, GRACIAS, por haber sido más que AMIGOS y, por haber estado ahí para mí . Y , sobre todo, por haber hecho de mi una mucho mejor persona en este "el mejor de los mundos posibles."

Gracias por su tiempo.  Hasta la próxima.