domingo, 18 de octubre de 2015

¡Que no cunda el pánico...Miedos, fobias y temores

Todos sabemos que el miedo es una reacción instintiva ante lo desconocido.  

En mi caso, he vivido condicionada por dos grandes temores que al final devinieron fobias:

- el miedo a ser enterrada viva (surgido a raíz de la lectura de un cuento de Edgar E. Poe, en plena adolescencia y alimentada por numerosas leyendas de posibles casos, como el de Roberto Faz o Joaquín Pardavé) y

- el miedo irracional a esas criaturas de cuentos de hadas que, aunque para mí, de aspecto desagradable, reconozco que son de las más inofensivas y útiles que habitan nuestro planeta:  LAS RANAS.

Mi madre solía preguntarse cómo era posible que a una persona, que le tenía tanto miedo a las ranas, pudiera gustarle tanto el comer ANCAS DE RANA.  Pero, es que la "gimnasia" nada tiene que ver con la "magnesia".  Y el hecho de que me encanten las susodichas y las considere un exquisito manjar es, a la larga, una de las consecuencias de la fobia que me creaba la sola visión de una de ellas.

El considerarlas unos seres algo repulsivos debe estar en relación directa con la sensación de frialdad que produce el mero contacto con su viscosa piel.  No puedo decir qué lo desencadenó.  En mi casa, era mi Madre quien "sacaba" las ranas del baño (su lugar preferido).  Si el miedo puede ser inducido o hereditario, pues suponed la respuesta.

En la misma medida en que me fui haciendo mayor, se acrecentaba mi fobia.  Intenté dominarla, tal como había hecho con el hábito de fumar.   Mi mente hizo su mayor esfuerzo  pero, falló en el intento.  Llegué, incluso, a colocar una rana roja (de plástico) en mi mesita de noche y hasta hacer de la Rana René mi personaje favorito pero, no bastó.  En cuanto se acercaba la noche se incrementaban mis temores de que estando tranquilamente sentada en el sofá o yacente en la cama, pudiera saltarme encima.-  desde el jardín y a través de las tablillas de las ventanas-, alguna de esas inquietas criaturas. Incluso, en la cocina, la posibilidad de encontrar una de ellas escondida en alguna vasija me hizo tomar medidas drásticas: coloqué paneles de tela metálica a todo lo largo y ancho de mi casa y sólo así, comencé a respirar un poco y conseguir dormir sin sobresaltos.  Llegué, inclusive, a considerar como una condición sine qua non a la hora de buscar pareja que ésta fuera capaz de "coger" a dichos intrusos y expulsarlos sin miramiento y, cuando no tenía pareja, contaba con la "colaboración desinteresada" de dos amigos, quienes estaban dispuestos a correr en mi auxilio a cualquier hora del día o de la noche para librarme de tan "aviesa" amenaza. 

El temor a su posible contactó me dominó de tal forma que, en una ocasión, a punto de salir a dar un paseo con mi pequeña, se interpuso entre nosotras una de estas "adorables" criaturas. Quedé literalmente paralizada.  No podía ni hablar ni moverme.  No quería alarmar a mi pequeña ni contagiarle con mis miedos...pero estaba en estado de shock:  sin saber que hacer ni que decir.  No ha sido ésta la única ocasión en que me he sentido así.  Aunque en otras ocasiones, sucedía lo contrario:..me daba por echar a correr incluso, en medio de una ducha sin parar mientes en que estaba como Dios me trajo al mundo.

Este miedo casi paranoico me persiguió durante muchos años (casi hasta que decidí venirme a vivir a España).  Por su culpa tomé decisiones que afectaron mi vida, como por ejemplo, cuando decidí no estudiar Medicina porque supe que en los laboratorios se hacían prácticas con dichos animalitos.

Durante mi época laboral, los Trabajos Voluntarios de Fin de Semana o Quincenales eran algo muy común y necesarios si querías acumular Méritos Laborales.  Por lo general, de desarrollaban en el sector agropecuario y siempre estando en ellos prevalecía el temor de tener que enfrentarme a ellas en los albergues, las letrinas, las duchas o en los campos.  Y por aquello de que:  al que no quiere caldo, tres tazas...las susodichas hacían acto de presencia por todas partes,  me caían encima y hasta  estuve a punto de atragantarme con una que se introdujo en mi jarro del café.  Por ello, no acudía a ningún lugar sin un "ángel protector" que estuviera bien dispuesto a deshacerse de tan  malévolas" criaturas. Y antes de dormirme, "sellaba" bien el mosquitero, revisaba la litera con la linterna y no me levantaba hasta el toque de diana.

Estoy convencida de que el miedo irracional nos lleva a cometer acciones absurdas.  Por los años '90, durante mi 5to matrimonio, trabajaba y residía en la zona del Guatao.  El baño de la casa, cuyo techo no estaba completamente cerrado por los costados, era un "paraíso" para los susodichos seres.  Había allí, en los tabiques, toda una colonia y su croac croac era un canto infinito.  Tan era así que, si en algún momento sentía una necesidad imperiosa, en vez de ir al baño me iba al patio.  Mi suegra que observaba mis movimientos, un día me comentó: "No entiendo lo que haces.  Salir ahí a estas horas puede ser muy peligroso"  (Cerca de allí había una Granja de Reclusos y ya habían tenido lugar penosos incidentes)..."Además, el patio está lleno de ranas"  A lo que yo respondí:  "Si, lo sé pero, yo no las veo".

Mi vida llegó a convertirse en una eterna pesadilla. Vivía condicionada por el miedo.  Y decidí plantarle cara.   No, no iba a "cogerlas" pero sí les demostraría quien era la más fuerte y que por mucho que se esforzaran no podrían conmigo.  Así que, me fui a la Plaza del Mercado, compré una sarta de ANCAS DE RANA y le pedí a mi marido que las preparara y las friera para el almuerzo.   Y, una a una, las devoré. 

Convertí así una derrota moral en una victoria... pírrica pero, victoria al fin.









7 comentarios:

  1. Jejjeejjeejjejeej,vaya no conocía esa faceta tuya.....Muy bueno me has hecho reír un rato..........jejjejej

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    1. ME alegra saberlo...en realidad...siempre he tenido buen sentido del humor jaja

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  2. Muy interesante y divertida, los reptiles no son bonitos, se puede decir que existia o existen plagas de ranas en Cuba?

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  3. En Cuba hay ranas y sapos (sobre todo estos últimos, les decimos asi a los que cuando hay una pareja incumplen el Onceno Mandamiento: no pasmar).- por todas partes...las que se comen son las rana toros pero también contamos con la rana mas pequeña del mundo..nada que lo tengo muy dificil pero I will survive jaja

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  4. Marlen Ponce escribio en mi chat: " Me gustó el blog. Lo leí todo...y te quiero dar mi criterio ya te diré que me gustaron tanto que me has hecho recordar....y llorar".

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  5. Marlén espero que tus lagrimas hayan sido de alegria pues eso es lo que intento que mis amigos tengan un buen rato con su lectura...gracias por tus palabras

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  6. Interesante la historia sobre la fobia a las ranas. Y a su vez nos da un paseo por el paso de su tiempo. Creo que el final es maravilloso.
    Me gustó mucho la forma de redactarlo y hacernos llegar sus experiencias, gracias.

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