domingo, 15 de noviembre de 2015

Paris en la memoria de una cubanita....Algo para recordar

1954:  Además de ser el Año de la Serpiente, fue un año de importantes eventos en el plano familiar:
- en el mes de marzo: nace mi hermana menor y termina mi reinado como hija única,
- en el mes de junio, da comienzo  una aventura similar a la de Julio Verne: la vuelta a una parte del mundo en 180 días.

Como mi hermana era muy pequeña para un viaje tan largo, mi padre decide que iríamos solamente ellos y yo... y comenzó a hacerse  realidad el sueño de todo niño...visitar aquellos lugares que sólo conoce por postales o la tele...

Partimos del Puerto de La Habana en el ferry Havana-Miami, arropados por familiares y amigos que acudieron a desearnos un feliz viaje.  Al llegar a Miami, continuamos el trayecto Miami-Nueva York por carretera.   En esta etapa, visitamos lugares tan interesantes como el mítico lugar en Washington desde el cual Martin L. King proclamara aquellas proféticas palabras en pro de los derechos de los negros norteamericanos:  "I have a dream..." y propugnara su odio a la violencia.

El arribo a la Gran Manzana fue impactante.  Los rascacielos, el intenso tráfico, las aceras colmadas de personas que iban y venían tan deprisa y las calles llenas de luces y letreros.  Los grandes salones y pasillos del hotel con sus alfombras rojas y grandes lámparas.   Apenas nos acomodamos en el cuarto reservado de antemano, mi madre me llevó a un gran centro comercial y me compró una muñeca que era casi tan grande como yo.   Después de una breve estancia en esta gran urbe, con las consabidas visitas al Central Park, el Empire State (en aquella época, el edificio más alto del mundo) y el concurrido China Town, nos embarcamos rumbo al Viejo Continente a bordo del trasatlántico  "Andrea Doria".

La travesía duró 9 dias, durante los cuales disfruté a plenitud de todas las comodidades que este enorme navío ofrecía: sus salones, su  piscina, el camarote y, sobre todo, del bar junto a la piscina de nuestra Cabin Class, en el cual el barman me preparaba una exquisita limonada "especial para niños"  cuyo sabor  aún conservo en mi boca.

Llegamos a Génova un precioso día de verano y pusimos rumbo a Roma. A lo largo del trayecto, tuvimos oportunidad de visitar la torre de Pisa, que a mi me dio mucho miedo porque pensaba que se iba a caer y nos iba a aplastar.   Una vez en la Ciudad Eterna, pudimos apreciar la belleza de la Capilla Sixtina, las aterradoras Catacumbas, tirar algunas monedas en la fontana di Trevi e imaginarnos al circo Romano en el Coliseo, con los gladiadores luchando a muerte por sus vidas.  Celebramos mi cumple en  esta hermosa ciudad y continuamos viaje hacia la Ciudad Luz: Paris.

París, con todo, resultó la más impresionante de las urbes visitadas hasta ese momento.  La vista de aquella   mole de hierro: la Tour Eiffel.  El ir y venir por los Campos Eliseos pasando por el Arco de Triunfo. El observar a orillas del Sena las pequeñas y grandes embarcaciones que surcaban sus aguas y, sobre todo, el entrar en contacto con aquellos paisajes de ensueño en los que, en mi mente, se desarrollaban los cuentos de hadas:  el Grand y Petit Versailles.  El inesperado encuentro con aquel inmenso ataúd en medio de aquel salón en la iglesia de los Invalides al lado del cual veía un sombrero que había pertenecido a Napoleón. Y todo esto, para una niña de mi edad resultó mucho más interesante que la visita al Museo del Louvre para ver la famosa Mona Lisa, con su enigmática sonrisa en aquel diminuto encuadre.

Pero, de todo esto, lo que guardo aún impreso en mi memoria son las imágenes de los souvenirs de las salidas nocturnas de mis padres por las alegres calles de París.  Los programas de los espectáculos del Moulin Rouge, el Folies Bergere y el Lido, por sólo mencionar los que más estimularon mi mente infantil.  Aquellas fotos en las cuales los bailarines y figurantes vestían ( o mejor, no vestían) su brillantes maillots mostrando gran parte de su anatomía al desnudo, meramente cubiertos por el maquillaje dorado que portaban causaron un gran impacto en mi imaginación. Ellas me dieron la oportunidad de conocer aquellas partes del cuerpo humano desconocidas para mi.

Y, aunque nuestro periplo no terminó aquí, es a esta increible ciudad, llena de música, arte, alegría y gente encantadora, a la que quiero dedicar mi entrada de hoy.  Es mi deseo dejar constancia de mi apoyo incondicional a esa ciudad y a su pueblo, no sólo por haber promulgado los valores que defendieron con la Revolución Francesa de 1789, sino por ser la Ciudad Luz, la que abre sus puertas y su corazón al resto del mundo brindándole la posibilidad de compartir esos valores conquistados a tan alto precio, y demostrarles que La Vie est Belle y vale la pena luchar por ella.

Viva Paris  !

6 comentarios:

  1. Mis condolencias para todas los familiares de esta desgracia..

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  2. Me quedo con un nudo en la garganta😢 Muy bonitos recuerdos, una pregunta ustedes podían entrar y salir de Cuba?

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  3. MUY BUENO. SE NOTA QUE DESDE NIÑA TIENES UNA GRAN IMAGINACION.

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  4. ESE FUI YO. HUGO ALEA. NO SE POR QUE NO SALIO MI FOTO

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