domingo, 10 de enero de 2016

De mi presente histórico: las "colas"

Durante uno de esos enloquecedores días de limpieza general que tanto gustan a mi hija, quiso el azar que llegara a mis manos un curioso ejemplar.  Era un libro, no muy extenso, sobre la Cuba de los '80.  Escrito por un grupo de periodistas españoles que ofrecían su visión sobre la Isla y sus habitantes.  Uno de esos artículos captó  poderosamente mi atención.  Versaba sobre las "colas", a las que su autor consideraba como algo intrínseco y peculiar de los cubanos.  Ipso facto, mi mente se pobló de vivos y variados recuerdos.

Las "colas" constituyen un fenómeno social que generan, sobre todo en Cuba, su propia mecánica social. En mi casa, como en muchas otras, existían dos tendencias.  La de quienes  las consideraban como algo odioso y una gran pérdida de tiempo, (como mi madre) y la de aquellos que las consideraban, si bien absolutamente prescindibles, como un "mal necesario".  Entre estos últimos estábamos mi  padre, mi tia Celia y yo.  No es que me declare defensora a ultranza de las "colas" , simplemente intenté ver "el lado bueno" de las mismas, como siempre hago.  Ya que formaban parte de mi vida, ,. y una buena parte-, pues mejor encontrar la forma de sacarles el mayor provecho.

Su papel como "red social" es indiscutible (ni siquiera Facebook logra superarla) y además, constituía una muestra de primera mano de los variados tipos socio-sicológicos de nuestra población.  Desde aquel que hacía la cola sin importar su objetivo hasta aquel  otro que hacía de la misma su forma de vida. A propósito del primero, recuerdo una vez que estaba en la parada de la ruta 20 sita en Calzada y D, en el Vedado. Vi alli a un señor y una señora colocados de forma lineal  siguiendo el trazo que en el suelo dejaba  un poste y yo hice lo propio.  Al cabo de un rato, vino una señora mayor y me preguntó muy dulcemente: "Mi'ja, ¿ para qué es la cola?..A lo que yo respondí, sin inmutarme:  "Mi vieja, para coger sombra".  Debo agradecer  a esta incesante actividad "colística" el incremento del número de mis relaciones interpersonales,  un conocimiento más profundo del ser humano, la posibilidad de ejercitar la solidaridad y hasta la oportunidad de incrementar mi average de citas en el Registro Civil. (Tres de mis romances "coleros" terminaron en boda).  Todo ello me llevó a considerar a las "colas" más como una "inversión" que como una pérdida de tiempo.

Tal vez, influyera en este modo de ver las cosas, la actitud de mi tía Celia.  Mujer activa y emprendedora cuyo fin primario era " satisfacer, al máximo, las necesidades materiales  y espirituales siempre crecientes de sus sobrinos y ahijados" , entre los que se incluían mis hijos.  Era ella quien se pasaba el día "marcando" de cola en cola:
- en los almacenes y tiendas para obtener los juguetes y productos industriales;
- en el Pío Pío de la Avenida del Puerto para conseguir las raciones de pollo frito y degustar su enjundioso caldo;
- en el Ten Cents de la calle Obispo, para tomarse su café con leche y unas tostadas;
y en multitud de lugares más. Siempre dispuesta y con su mejor sonrisa.

Todos sabemos que las "colas" están presentes en todo el mundo en nuestro día a dia. Pero, es en nuestro querido país donde se convierten en algo vital desde que nos levantamos hasta el final de la jornada, partiendo de:
- la cola para el baño a primera hora de la mañana (la mayoría de nuestras casas sólo cuentan con uno);
- la cola del pan, de los "mandados", la del periódico (lugar predilecto de los jubilados); la del autobús, la del comedor escolar o laboral, la del cine, la del restaurante o la cafetería, la de la disco,  la del campismo, la de las papas (todo un acontecimiento que se desarrolla a partir de ese increible grito:  " Caballeros,llegó el camión". La de la pipa del agua, en la que los cubos, cubetas y palanganas sustituyen a las personas. Eso sin contar las innumerables "colas" para resolver cualquier asunto oficial.  Es  así, día tras día,  los 7 días de la semana, los 365 días del año (366 si es bisiesto como este 2016).. 

Sin embargo, debo constatar que hay "colas" y  COLAS"  Entre estas últimas ubicaría:
- las de las pizzerías (Monte Catini, Vita Nuova, Torna Sorrento y, en especial, las de Varadero),
- las de la heladería Coppelia, 
- las de los Festivales del Humor, de Teatro, de Ballet, del Cine Latinoamericano,
- las de las Ferias del Libro, de la Artesanía, las de Artes Plásticas,
- las de las diferentes instalaciones del Parque Lenin,
- las de todos los centros artístico- culturales,
por sólo mencionar los acontecimientos que considero de mayor impacto en mi quehacer cotidiano. 

 Ellas (las "COLAS")  me permitieron  ensanchar el factor RH (relaciones humanas: tan importante en una tierra donde se dice que quien tiene amigos tiene un Central). Además de disfrutar, en su momento, de las exquisitas pizzas de camarones y  langostas.   Saborear hasta 52 sabores del mejor helado producido en Cuba.  Estar al día con respecto a la producción cinematográfica de  América y el resto del mundo e incluso compartir con su protagonistas. Entrar en contacto con la actualidad literaria  cubana e internacional y poder adquirir algunas de sus "joyas" como PARADISO de Lezama Lima o EN EL CIELO CON DIAMANTES de Senél Páez.  Paladear las exquisitas cremas de queso o de champiñones de LOS GALAPAGOS, adquirir las siempre buscadas "africanas" y apreciar las estelares vistas que se ofrecen a nuestros ojos desde lo alto de la "estrella giratoria". Igualmente, fueron el puente para mi catarsis durante las brillantes actuaciones de actores y actrices de la talla de Doimeadios (Santa Cecilia), Paula Alí ( Contigo Pan y Cebolla), Alina Sánchez (Cecilia Valdés), Alina Rodríguez (Santa Camila de la Habana Vieja), Veronica Lynn, Raquel Revuelta, y muchos más.

Y, como este tema tiene aún mucha tela por donde cortar...los invito a  pedir el último para la semana próxima .   Felíz domingo.  Gracias por su tiempo....
 (Continuará...)







8 comentarios:

  1. Las colas fueron nuestro facebook, antes que se inventara, en ellas usamos tanto tiempo como el que perdemos ahora. De las que recuerrdo con mas gusto esta las de las peliculas del festival de cine, las de pan antes de desayunar y una en la que me entere que un cubano habia llegado al cosmo. De esta ultima recuerdo la cara de mi padre cuando pense le daba la noticia, me dijo lee el Granma que lo traen temprano
    Cuba que tiempo, que vida, cuanta dicha de haber estado alli y en aquel momento.

    ResponderEliminar
  2. Definitivamente hablar de colas no me gusta, ya que soy hiperactiva y estar en espera para mi es tiempo perdido, aunque viéndolo por el lado amable puede ser algo bien.

    ResponderEliminar
  3. cuando yo fui a estudiar y a vivir a Madrid, lo que me llamó la atención eran las colas....Los madrileños hacían colas para todo... yo creo que a veces, cuando un madrileño veía una cola, se ponía el último, sin saber para qué era esa cola... No lo querreis creer, pero yo vi colas hasta para entrar en misa

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. jaja como buen extremeño llevas las cosas a tu extremo...jaja pero....seguimos siendo el 1 en lo de las colas jaja

      Eliminar
  4. Muy bueno, eso me recuerda el que tenía plan jaba o prioridad para las embarazadas.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, me has recordado este aspecto de las colas, que ojala se tomara como iniciaativa en el mundo entero

      Eliminar
  5. La verdad q recordar es volver a vivir ....jajajajaja las colas tambien tienen su encanto ...muy refrescante e interesante

    ResponderEliminar
  6. Muy buena la lectura. Las colas a mi me ponen como a Olivia, valoro mucho el tiempo, que uno pierde en una cola. Y sobre todo cuando te llega tu turno parece un logro bien alcanzado y sobre todo valorado.

    ResponderEliminar