domingo, 24 de enero de 2016

Una adolescencia extraordinaria....aquellos increíbles '60

Quiso el destino que mi adolescencia, esa etapa que transcurre entre los 10-12 hasta más o menos los 20 años, coincidiera con la llamada "época prodigiosa": los increíbles años '60.  Época de grandes acontecimientos dentro y fuera de nuestro país.  Eventos políticos y sociales que marcarían definitivamente a los integrantes de esa generación positiva o negativamente.  Fuimos testigos y parte de esa historia.  Y yo lo considero un privilegio.

En los primeros años de la década, pasé de estudiar en una escuela primaria privada a una escuela secundaria pública.  De tener una vida llena de sueños infantiles (incluídos los Reyes Magos) a enfrentarme a cambios que no comprendía.  El país se vio inmerso en profundas transformaciones, entre ellos la universalización de la enseñanza y con ella, la Campaña de la Alfabetización.  Miles de jovenes dejaron las aulas para enseñar a leer y a escribir a otras tantas personas en las ciudades y en los campos. Se suspendieron las actividades lectivas en las escuelas. Mi madre no entendió el papel que debíamos jugar los estudiantes secundarios en ese momento.Y, por ende, no me permitió sumarme a la Brigada de Alfabetizadores con mi tía Ester Balmaseda.   En su lugar y,  haciendo gala de su máxima más querida: "El saber no ocupa lugar" , me matrículó en la Academia  Almirall en la Habana Vieja donde me hice taquígrafa-mecanógrafa bilingüe junto con mi hermana Niti. Con ella acudía al referido Centro tres veces por semana y una vez terminadas las sesiones, nos ibamos a esperar a que nos recogieran a un café cercano en el que saboreábamos una exquisita leche malteada acompañada de tostadas y en el que conocí, por primera vez, las sillas Thonet.

Fue la etapa en la que aprendi lo que es ser gregario.  Me encantaba andar con el "grupo"  Primero, fue el integrado por los "socios del barrio", que en realidad no eran los de mi barrio sino los de casa de mi Madrina. Con  ellos compartía los domingos desde muy temprano cuando nos citábamos en la capilla de Belén a oir la misa de las 7 am.  Después de desayunar (pues a misa se iba en ayunas para poder comulgar), nos reuníamos en casa de alguno de ellos a escuchar música pop hasta la hora del mediodia. Nos regresábamos a las casas a almorzar para poder llegar a tiempo a la matiné del cine del barrio que empezaba a las 2pm.  En él veíamos 4 pelis  por sólo 40 centavos. Entre tandas, nos ibamos a la cafeteria a tomar refrescos, helados, galleticas u cualquier otro "tentempie" que nos permitiera resistir hasta las 8 pm, hora en que terminaba la función.  Era el cine Omega poseedor de una de las mejores pantallas cinematográficas de la zona y su natural inclinación hacía que la visión de la misma fuera casi perfecta desde todos los ángulos.  Pero, además, para mí tiene un gran valor sentimental.   Entre las cortinas que daban acceso al recinto, recibí MI PRIMER BESO DE AMOR.  Fue tan sensacional el efecto que me causó, que aún cuando ha pasado más de medio siglo desde aquel momento, sigue vivo en mi el recuerdo sensorial.  Y mas  aún  su protagonista, quien se convirtió en mi primer amor adolescente. Pero, como casi siempre sucede: el hombre propone, y la mujer, dispone.  Se fué a alfabetizar y cuando regresó, pues como dice el dicho: "A rey muerto, rey puesto".  Eso de las largas esperas no ha sido nunca mi fuerte.

Por esta época, a la vez que nos sentíamos fascinadas por la conquista del espacio por el hombre, sentíamos la necesidad de integrarnos al proceso que estaba teniendo lugar dentro del país.  Oíamos hablar de la "liberación de la mujer" aunque en realidad no lo teníamos muy claro.  Queríamos ser modernas, independientes pero, a la vez, nos atraía la estabillidad de la en aquel entonces llamada, "moral burguesa".  Todas soñábamos con el "principe azul" con el cual viviríamos "felices para siempre" después de una boda de ensueños.

Por esta época, pertenecía también al gupo de los "Chicos del Callejón".  Nos reuníamos en casa de mi prima Yola en el Callejón de Espada a escuchar en su tocadiscos de maleta, los discos de Paul Anka, Nil Sedaka, Davidson, Belafonte. Y a bailar lo mismo la Pachanga, que el Rock'n roll, que el Calipso.   Algunos los encargábamos en Radio Kramer, otros  nos los traían nuestras tías de Puerto Rico.  Allí escuché por vez primera a Los Beatles, Los Rolling Stones, y otros más mucho antes de que los pusieran en el programa radial de Nocturno o se estableciera la censura de la música foránea. A la vez, nos incorporábamos a la vorágine de los nuevos tiempos, acudiendo a las movilizaciones en la OTV (Organización para el Trabajo Voluntario) o a excursiones para conocer a Cuba primero y al extranjero, después.  Fué así como disfruté de excursiones a precios muy módicos a Viñales, la Ciénaga de Zapata, la Hacienda Cortina y otros sitios de interés.

Más adelante, cuando ingresé en el Pre, cambié de "grupo".  En esa época aún existían los Black Jackets.  Eran "pandillas" de chicos del Vedado que andaban en motos y vestían chaquetas negras de cuero, aun bajo el calor asfixiante de nuestro verano, muy al estilo de aquel "rebelde sin causa".  Por esa época, las chicas llevaban sayas de uniforme de diferentes colores, según el Centro al que pertenecían:  las de la Víbora eran rojo vino, las del  Pre de La Habana, negras y las del Vedado al cual yo asistía, azules.  Y les poníamos rayas blancas que indicaban el curso al que asistíamos. No recuerdo el color del Pre de Marianao.  Más tarde, cuando la reforma educacional, las secundarias y los pre-universitarios pasarían a utilizar el mismo uniforme de saya gris-verdosa, y el bachillerato pasaría de 5 años a sólo 3 y se implantaría el Exámen Mundial, el cual me negué a efectuar  porque lo consideré una falta de ética contra todos mis esfuerzos por obtener las calificaciones que obraban en mi expediente.  Lo que me llevó a convertirme en una de las pocas graduadas universitarias que no poseen el título de Bachiller, puesto que logré entrar a ese alto Centro Docente  por examen de ingreso.

 Por curiosidades de la vida, durante estos años, seguía siendo la misa nuestro punto de encuentro. Pero, en esta etapa, era la de las 9 am en la Iglesia del Carmen.  Alli acudíamos las  que en el III año seríamos conocidas como las "ABELARDITOS" del grupo 21  (así nos llamaban nuestros compañeros a Idia, Ida, Alexis y la que les habla).  Hoy nos llamarían las "CRACKS"   No porque fueramos las mejores, sino, porque nos pasábamos los sábados  por las tardes y los domingos por la mañana, con la vista pegada a los libros.  Todas ejercíamos de MONITORAS de distintas asignaturas y nuestras calificaciones siempre eran altas. Cumplíamos con todas las actividades, incluyendo las de trabajo voluntario en la fábrica de bombones "La Estrella", donde nos adverían que podíamos comernos todos los bombones que quisiéramos pero, no  podíamos llevarnos ninguno a casa. En ocasiones, nos dedicábamos a "armar" los estuches para huevos. En fin, formábamos parte de la plantilla de las Alumnas Ejemplares de la UES (Unión de Estudiantes Secundarios).

Y, como es lógico suponer dadas las circunstancias, no había mucho tiempo para "actividades extraescolares" de tipo romántico,. Así y todo, para ese entonces  tenía novio "oficial". Él  se encargaba de recogerme tanto de la escuela como de la casa de estudios. Los sábados, en el Vedado en casa de la abuela de Alexis ; los domingos, en la de Idia , en Centro Habana, muy cerca del Parque Trillo.  Esto era toda una contradicción, pues por una parte los Reyes seguían trayéndome muñecas y por otra parte, yo me iba convirtiendo en una "muñequita tropical" en busca de su Rey.

Esta fue la época en que aprendí a fumar.  Mi madre, que fue una empedernida fumadora, me pedía siempre que"le encendiera el cigarrito"  para ella no perder tiempo de su trajin.  Poco a poco, fui adquiriendo el mal hábito de fumar.  Mi amiga Natalia, una rusa hija de españoles que habían sido enviados a Rusia cuando la guerra  y que estudiaba en el Pre, se sentaba en el Parque Mariana Grajales a fumar y me invitaba a compartir con ella ese "disfrute". Y el "bicho" se me metió dentro. Como todas las adolescentes deseaba "ser" mayor, y el fumar se entendía como un signo de "madurez". Aunque nunca fumé más de 4 o 6 cigarros al dìa, fue lo suficiente para que años más tarde  mi cuerpo se rebelara y sufrí una serie de neumonías a repetición .  Fue entonces que decidí dejar de fumar por el bien de mis pulmones, mis bronquios y  mi bolsillo.


De esta época prodigiosa , los '60 queda aun mucho por contar, así que espero verlos por aqui la próxima semana.  Una vez más les reitero las gracias por su tiempo y nos vemos pronto.  Feliz Domingo.


6 comentarios:

  1. Zulma Arocha publicó en Facebook: Amiga, por más que te leo nunca dejas de sorprenderme agradablemente. Tu memoria es prodigiosa ... y no te preocupes, yo tampoco recuerdo el color del uniforme del Pre de Marianao....

    ResponderEliminar
  2. Creo que esta parte se está convirtiendo en una de mis favoritas, lo disfruté tanto que hasta se me antojó fumar, algo que me llamó la atención fue el porqué del cambio tan drástico de una escuela privada a una pública, creo entender que fue recién ganada la revolución, o me equivoco?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Oliviua, tienes razón, entré en una escuela pública por motivos de la nacionalización de los Centros de Enseñanza...pero la verdad que no me afectó mucho...sólo que entré en contacto con otras capas de la sociedad. En cuanto a la calidad de la enseñanza, puedo decirte que en las escuelas públicas trabajaban excelentes docente, aún con el éxodo masivo de los mismos en esos años.

      Eliminar
  3. Menos mal que dejastes de fumar. Te felicito. Y siempre te digo excelente narrativa.

    ResponderEliminar
  4. Marta de la Cruz escribio en Facebook: "Caridad, me encantó las memorias. Yo tengo 62 años y mi época es la de los '70. Yo vivía en Bejucal y la vida en lospueblos de campo era distinta: escuchar Nocturno, bailar quinces los domingos, ir al Náutico y al Casino Deportivo a bailar las ruedas de Casino. Gracias por compartir.

    ResponderEliminar
  5. Georgina Escariz comentó en Facebook: "Muy amena tu lectura, coo siempre nos haces remontar a nuestros años mozos. Yo también viví todo eso y me has hecho recordad cosas que ya casi habia olvidado. Gracias, amiga, una vez más".

    ResponderEliminar