domingo, 24 de abril de 2016

Bueno, y ¿ de qué hablamos hoy?...Pues de Los Padrinos

Levantarme  pensando ¿Y, hoy, acerca de qué trataré en mi blog? ya es algo que se torna bastante habitual en las mañanas del domingo.  Para empezar a escribir, necesito, primero, seleccionar el título.  Tiene que ser lo suficientemente llamativo para que atraiga la atención de mis valiosos "seguidores", que no serán miles pero son constantes. Debo referir una historia, que a la vez que sea autobiográfica trate de un tema de interés general.  Y debo hacerlo bien, para que se sientan complacidos. 

 Por eso , en esta ocasión llevo bastante rato intentando decidirme, pues sin ello no podré elaborar mi plan de escritura,- que por lo general hago de principio a fin, a veces con un borrador previo otras directamente en el blog,-  y he pensado:  hablaré de algunas de esas personas que han sido parte de mi círculo familiar sin que entre nosotros existieran reales lazos de consanguineidad, los "padrinos".

Partiré de aquel 26 de agosto del '48, en el que  mi padre, muy temprano en la mañana, tuvo que coger corriendo su Hudson para llevar a mi madre hasta la exclusiva clinica "El Sagrado Corazón" en la cual a las 9 y 15 de la mañana vi la luz por primera vez para regocijo de mis progenitores y  el resto de la familia.  Fecha en la que mi "Tía Aleja" decidió "pre-bautizarme" con el sobrenombre de la "Puchi" y con el que me conocerían a lo largo de mi aún varipinta vida.  Día en el que un médico diría que "he atendido muchos partos pero pocos en los que se pueda apreciar  el " bonito" rostro de recién nacido"( mi madre tuvo un buen parto y yo sufrí muy poco), lo que le llevó incluso a pedirle a mis padres permiso para bautizarme.  Pero, ya tenía padrinos elegidos: Josefina Hernández (una de las mejores amigas de mi madre) y Santos Recio Moretón (el mejor amigo de mi padre).

Mi madrina, quien para ese entonces residía en un diminuto apartamento de un solo cuarto en la calle Vapor, ejerció una gran influencia en mi vida. En su casa todo era modesto y sencillo.  Pasé algún tiempo en ella y fue la  época que más disfruté del Parque Colón y sus alrededores. Era  una persona humilde pero muy bondadosa, además de excelente cocinera.  Hacía los bistecks más sabrosos que he comido nunca.  Eso sí,era una mujer recta y muy aseada.  Muchos recordarán a Josefina, la Conserje, de Carlos M. de Céspedes, en Alturas de Belén.  Conducía su hogar con "mano dura bajo un guante de seda".  Recuerdo su temple. Una noche su esposo llegó a la casa y ella supo que éste tenía una aventura.  Hacía pocos días que él le había regalado una tele cuya armazón era de metal.  Pues bien, mi madrina sin pensárselo dos veces fue a la cocina, cogió el hacha que tenía para cortar la carne y le fue arriba....al televisor.  Como no era de madera, sólo lo abolló, pero ¿se  imaginan Uds. si llega a alcanzar al pobre Agustin? 

 Tenía un solo hijo varón Roberto pero fungió como madre de las hijas de sus hermanos Victoria y Esther, a quienes aprendí a considerar mis "tíos" y "primos".  Y más tarde, también lo harían mis hijos.
Viky fungió como mi hermana mayor durante muchos años y la "Tía Esther después de vivir más de 30 años en Nueva York, al recibir su jubilación decidió venir a vivir a España y así fue como mis hijos y nietos pudieron disfrutar de su querida "Tía Esther" que los colmaría de cariño y atenciones en momentos en que yo no pude atenderlos.  Y de quien recibiríamos de herencia al "primo " Peluche,  (el" pijo"de la familia, porque su dueña lo enseñó a comerse un bistek diario y a tener una calefacción y un ventilador para él solito) y el cual a sus casi 90 años, sigue subiendo las escaleras con más ánimo que nosotros. Y después hablan de la "vida de perros".


Roberto, el único hijo de mi madrina y de su esposo Agustín, en los años '50 demostró su temeridad al hacerse piloto de pruebas de autos de carreras y años más tarde evidenciaría su arrojo y valentía en los años de la guerra de Angola, de la que regresó sin un rasguño y con miles de anécdotas.  Pero, ironías del destino, no hizo más que comenzar a trabajar en su cargo de "funcionario"" cuando sufrió una terrible caída en su oficina en la que se provocó multiples fracturas.

En los años '50, mi madrina y su familia compartirían casa con nosotros hasta finales de la década en que se mudarían para el edificio sito en 59-A y 76.  Me gustaba acudir a su nueva casa a la hora del almuerzo para compartir su deliciosa y muy criolla cocina, hablar un poco con Cotica, la cotorra que tenían en el pequeño patio y que decía constantemente "pan para la cotica, pan para la cotica"....y compartir con todos ellos. Alli también recibíamos la visita de los que habían emigrado y rememorábamos nuestros años felices. Más tarde, se mudarían para 10 de Octubre y a pesar de la distancia, seguimos frecuentándonos muy a menudo y mantuvimos el lazo "familiar no consanguíneo", que perduraría hasta la fecha con las nuevas generaciones.  

Con mi padrino Santos Recio, mantuve otro tipo de vínculo pero no por ello menos "familiar".  Me acostumbré a su presencia y a sus atenciones: fue él quien me regaló mi primer juego de cuarto (aún lo tengo en mi casa de Cuba), mi primera bicicleta de reposición. Bueno, el hecho fue que ese año mis padres me habían dado por Reyes una preciosa bicicleta marca Niágara, roja y con rabos de zorro en el manubrio.  Como niña al fin, no valoré el peligro y en un momento dado, sentí sed.  Me apeé de la bici, la apoyé al muro y entré a beber el agua.  Cuando regresé, lógicamente, ya la bici no estaba alli.  El llanto me ahogaba y mi padrino, que en esos momentos estaba de visita en casa, le pidió a mi papa que sacara  su Cadillac del garage pues  el  coche de  mi padrino era un VW y además, no sabía conducir.  Cuando regresaron, me entregó una bici casi idéntica a la que me habían robado.

Mi padrino, era de origen español  aunque nacionalizado cubano.  Llegó a la Isla muy joven con una mano alante y otra atrás, y trabajando muy duro se conviritó en el propietario de dos afamados ferreterías: "San José" en Zanja esquina a Galiano y "Tuma" cerca del Alí Bar.  (Le puso así en recuerdo a mi querida burra que falleció de tétanos).

 De mi padrino también obtuve mis primeros 20 pesos de asignación.  Con ellos me fui a la Libreria que quedaba en la Terminal de Omnibus y me compré mi primer disco: Boleros de Lucho Gatica.  En el 64 para mi boda me regalaría el dinero para la luna de miel y en los 70 cuando decidió emigrar para reunirse con su "hija" Zayda me pidió que le "cuidara" su "finquita" que quedaba en El Cacahual, su VW y que para ello me dejaría un dinero en el banco...Pero, yo no acepté porque en esos momentos no sabía conducir (ahora, tampoco) y tuve miedo de no cuidar bien sus propiedades.  En resumen, no me habló claro, pues no me dijo que no volvería y yo perdí "güiro, calabaza y miel".  C'est la vie, mon cher. Años más tarde fallecería en Tampa y sentí mucho no volverlo a ver, porque siempre lo he querido muchísimo.

Tanto con la una como con el otro, compartí momentos inolvidables y su impronta quedó en mi memoria, contribuyendo a forjar la persona que soy.  Gracias doy a mis padres porque supieron elegir bien a sus "suplentes" pues no hay que olvidar que los "padrinos" prometen ser "nuestros segundos  padres" y los míos cumplieron totalmente su cometido.



domingo, 17 de abril de 2016

Mi padre...un hombre tan fuera de serie como mi madre 2da.parte

Después de su precipitada entrada a La Habana y su fortuito encuentro con mi madre, la vida de mi querido padre tuvo un giro de 180 grados. Se ampliaron sus horizontes laborales y se conviritó, por su propio esfuerzo y la ayuda de aquellos que supieron reconocer su valía, en un próspero empresario.  La construcción para él, era algo más que un oficio, era parte integrante de su vida y a ella dedicó mas de 60 años.  Tan fue así que, de un simple albañil se convirtió en un destacado Maestro de Obras y, más tarde, un reconocido "arquitecto" hecho a pie de obra a quien se le otorgó la posibilidad de ejecutar y firmar sus propios proyectos.  En nuestro querido barrio de Alturas de Belén pueden apreciarse algunas obras de su infatigable quehacer. Otras muestras de ello se aprecian en  su participación en la construccion de algunas de las Casas de Pastorita y en la puesta en marcha del Plan de Microbrigadas de Alamar.  Aún en la etapa más ardua de la lucha que libró contra el cáncer que a los 74 años pondría fin a su fructífera existencia, continuaba pegado a su mesa de dibujo volcado en plasmar sus últimos proyectos.  Afición que compartía con su insaciable amor por el juego, daba igual una mesa de dominó que una partida de damas.

Hoy me doy cuenta de por qué no podia parar.  Sus ideas bullían en su mente al igual que mis recuerdos que me hacen levantarme en medio de la noche a ponerlas en blanco y negro. Es lo que nos hace sentir vivos.

A partir de su compromiso con mi madre, aumentó su participación en la vida social de la ciudad.   Como masón asistía a las actividades de su logia, hasta que,- desconozco el motivo-, pasó a ser "durmiente"  (así decía él, riéndose con picardía). Debido a su membresía entre los masones, pude asistir a la Escuela Nacional Masónica, sita en el reparto Nicanor del Campo, al fondo del cine Arenal.  Fue en esa época, que entró a formar parte del Club "Atenas", la institución que agrupaba a los negros de mayor nivel económico y social de la época.  Fundada por los '20, en los años siguientes  se convirtió , sin dejar de ser clasista y aristocrática, en un reflejo del grado cultural y un exponente de las aspiraciones de la raza negra en Cuba.  En esa misma década, el Club recibió del  tristemente célebre Presidente Machado los terrenos y 50 mil pesos para la construcción de un nuevo edificio que albergara la sociedad, con la condición de que si en un momento dado dejaba de fungir como tal, el edificio sería entregado a las autoridades competentes del Estado .  (Lo que sucedió en l961, cuando después de casi dos años de inactividad, fue entregada a la Dirección de Circulos Infantiles).

El nuevo local ubicado en la calle Ignacio Agramonte y Apodaca en Centro Habana, contaba con salones para fiestas, exposiciones, banquetes, homenajes, veladas, bailes. A lo largo del recinto se relucían preciosos vitrales.  Recuerdo  una vez que, para un baile de disfraces infantiles,  mi madre me confeccionó un traje de sevillana con peineta y castañuelas. Aún conservo en mi memoria las "pasarelas" de las exposiciones de modas en las que participábamos mi hermana Margarita y yo, junto a los hijos de los  demás socios amigos de mi padre y para las que mi madre hacía gala de su ingenio como modista  y diseñadora.

Su membresía era muy heterogénea. A ella podían pertenecer individuos de cualquier raza siempre que cumplieran con el reglamento y los Estatutos de la Sociedad, ( o sea, demostraran tener el nivel económico, social y educacional, requerido). Por ello contaba en su plantilla con personalidades de la talla del Dr. Miguel Angel Céspedes Casado, Evelio Chen Mesa, Eulalio Gutierrez, Teodoro Ramos Blanco, el Gral. Gregorio Querejeta, el pelotero Orestes Miñoso, la escultora Caridad Ramírez  junto a muchos otros profesionales, funcionarios públicos, comerciantes e incluso, estudiantes. Es decir, intelectuales, profesionales, militares y personalidades de una mayor posición económica. Constituía un reflejo del grado cultural de la burgesía negra cubana.  Intentaba demostrar las aspiraciones de la misma y a la vez contribuir a las buenas relaciones entre todos los cubanos.  En ella se celebraban no sólo actividades de caracter festivo, sino también artísticas, científicas y literarias.  Buscaba elevar el nivel cultural y el buen gusto de sus afilliados y apoyaba el papel del matrimonio como pilar de la familia y la sociedad.

Pero no fue sólo esto lo que promovió el Club Atenas., pues fue parte activa en la lucha por la implantación de la Ley contra la discrimación racial de 1951, para que nadie fuera excluído por razon de su raza de ningún sector de trabajo.  La institución mantuvo fuertes vínculos con la sociedad negra norteamericana a través de su Revista, denunciando hechos ocurridos en ese país y dando a conocer el verdadero papel del negro en la sociedad americana.  ( Mi padre, junto a otros miembros de la Junta Directiva, participó en la entrega en el año 1954 de un busto de General Antonio Maceo a Eleonor Roosevelt en los Estados Unidos).  El Club incluso se sumó a las protestas de los estudiantes de la Universidad de la Habana en lo referente al asunto del Parque Vidal de Santa Clara, en la que mi padre sufrió en carne propia la infamia de tener que pasear por un lugar del paseo sólo por ser negro.

Por ello y por muchas otras razones mi padre luchó por romper la visión que se tenía del negro en nuestra sociedad, sumándose al Partido Ortodoxo con el propósito de unir sus esfuerzos y su inteligencia a lo mejor del pensamiento progresista de la época en la búsqueda de reivindicaciones para la tan discriminada raza negra cubana. Llegó hasta a postularse como Representante junto a Pelayo Cuervo en las elecciones de los años 50. Y aunque no logró sus objetivos políticos, siempre demostró con sus acciones aquello en lo que creía y a lo que aspiraba.  Quienes lo conocieron sintieron por él un gran respeto y admiración, incluyendo a la mayoría de aquellos que tuvieron la oportunidad de trabajar junto a él y a los que consideró siempre no como sus empleados, sino como parte de la familia.  Visitaban nuestra casa y compartían con nosotros muchas de nuestras actividades en un franco ambiente de camaradería. Inculcó en mí con su quehacer las verdaderas prácticas del Jefe. Sus ideas lo llevaron a compartir en múltiples ocasiones con Lázaro Peña quien lo nombró Asesor Técnico de la CTC (al cabo de un tiempo ejecutaría la reestructuración del Teatro que más tarde llevaría el nombre del referido líder) y de quien guardaría siempre un fiel recuerdo, por su papel en la lucha en defensa de los trabajadores, clase a la que se sentía muy ligado a pesar de sus exitos económicos alcanzados.

Compartir con mi padre durante gran parte de nuestras vidas, me dio otra visión  del quehacer cultural de mi ciudad.  No sólo fue aquel que estuvo ahi siempre para mí, sino aquel que logró sacar de mí lo mejor.  Eramos como camaradas que compartían acciones y vivencias.  Nuestras frecuentes salidas a restaurantes como el Monseigneur,- para escuchar a Bola de Nieve y comer el delicioso "bistec uruguayo" especialidad de la casa-, así como a La Carreta, -donde nos topábamos a menudo con Almeida mientras nos  deleitábamos  con un exquisito plato de "ropa vieja"-, solos mi padre y yo, me ayudaron a conocer y determinar no sólo mis gustos culinarios sino también a confiar en mis posibiidades, pues siempre me pedía amablemente que me sentara al piano y lo complaciera ejecutando alguna de las piezas que tanto le gustaban como La Comparsa de Lecuona.  Nuestra constante asistencia a salas de cine, a teatros, a eventos deportivos y sobre todo, a las casas de sus amigos me brindó la posibiidad de valorar lo que la amistad como vínculo social significaba. Un amigo es para toda la vida, solía decir y se atuvo a ello hasta su último aliento.

Mi padre como todo ser humano era un dechado de virtudes y de defectos.  Pero, de estos últimos compartiré anécdotas que sé que os harán reir en cualquier otro momento.

  Gracias a Uds.  por estar ahi para mí ahora que ya él no puede estar.




domingo, 10 de abril de 2016

Matilde, la Generala...una mujer de armas tomar

De pequeña,  mis padres me llevaban mucho a veranear a Santa Fé. Como playa, nada que ver con Guanabo, pero alli solíamos visitar la increíble casa del matrimonio formado por Matilde Rivas y el general retirado Gregorio Querejeta.  Aquella casa era para mi como estar en "el país de las maravillas" con sus escaleras que nos llevaban a Gregorio Antonio (su hijo), Jesús (su nieto) y a mi  a un mundo de excitantes aventuras.

La casa, fabricada y diseñada al estilo de los 40, tenía una entrada de ladrillos de diversos colores que daban paso a un hall y a los salones y la biblioteca a ambos lados del mismo.  La cocina remedaba un clásico restaurante norteamericano con su mesa tipo"pullman" donde nos daban de comer a los pequeños, mientras los mayores lo hacían en el amplio comedor en el que la mesa de cristal volado ocupaba el centro del mismo y en el que destacaban los inmensos jarrones y los candelabros adosados a la pared enmarcando el espejo.   Subir hasta la parte más alta de la casa era el logro de nuestros retos pues desde allí se veía una espléndida vista del mar y de los canales que desembocaban en Barlovento (hoy Marina Hemingway) y por donde navegábamos en el pequeño bote de Gregorito hasta los numerosos clubes que lo bordeaban.   El cuarto principal parecía sacado de un cuento de hadas.  Decorado al estilo de los que usualmente utilizaban las estrellas de Hollywood era el sueño de cualquier chica.   Su preciosa "coqueta" con sus tres espejos abatibles hacían las delicias de su dueña, quien además de ser una mujer muy atractiva, era sumamente presumida.  Las terrazas, jardines y el pequeño muelle colmaban las ansias de juego de cualquier niño.

Pero, de toda la casa, había una estancia que llamaba poderosamente mi curiosidad.  Era un cuarto que siempre permanecía cerrado con llave y cuya llave llevaba ella siempre encima.  Años más tarde, conocería que aquel había sido el dormitorio de su única hija, quien muriera víctima de los celos de su esposo (militar) el que, acto seguido, se suicidó. Y contaba mi mamá que Matilde se apareció en el velorio del victimario y sacó el cadáver de su féretro tomándolo por los hombros.  A pesar de la gran tragedia de su vida, Matilde era una persona muy sociable y amiga de reunirse y compartir con sus amigos. Siempre nos recibía con una amplia sonrisa.

 Tras la adopción de su hijo Gregorio, volcó toda su atención en él.  Y decidió darle un nuevo ambiente a su niñez, confiándole a mi padre la construcción de una nueva vivienda justo al lado de esta primera.  Años más tarde, durante la operación Peter Pan lo envió a Nueva York, pero ante la posibilidad de no volverlo a ver, reclamó su reenvío a Cuba.

 Esta segunda casa, mucho más pequeña pero no por ello menos confortable, contaba con un apartamento para invitados justo al lado del garage con entrada independiente y salida a los jardines, en el cual compartimos muchisimos veranos.  Recuerdo una noche en que nuestros padres nos dejaron a mi hermana Margarita (que era su ahijada) y a mí a pasarnos un fin de semana y mi hermana estuvo llorando toda la noche.  Matilde se vistió, cogió su Chevrolet plateado y nos llevó de regreso a casa y yo me quedé con las ganas de seguir disfrutando de mi fin de semana playero.

Matilde, quien era una mujer de carácter (por ello le llamaban la Generala), gustaba de vestir a la última moda pero eso no le impedía lucir con tremendo "caché" sus turbantes debajo de los cuales llevaba sus "rulos" puestos.  De  ella aprendí que si quería lucir de noche un peinado fantástico, tenía que utilizar los "rulos" durante el resto de las actividades.  Eso sí, no debían ser visibles.  Acudía con ellos lo mismo a visitarnos que de compras a "El Encanto". Y todo esto me vino a la mente cuando ayer leí un artículo sobre la nueva moda londinense que estoy segura de la que ella fue precursora y yo su más fiel seguidora, al punto de que cada vez que tengo que coger el avión lo hago con los "rulos" puestos.

Su muerte fue muy impactante...(fue atropellada por un camión al intentar cruzar la calle), y como ya el general era un hombre bastante mayor, llamó a mi madre para que se personara en el hospital Militar en su ayuda.  Murió en sus brazos y a pesar de que tenía construído un mausoleo de mármol  negro en la misma rotonda en que está el monumento al Cardenal Arteaga en la Necrópolis de Colón, no recibió en él cristiana sepultura, pues su viudo así lo dispuso.  Desconozco las razones para tamaña decisión pues a la vista de todos, eran un matrimonio bastante bien llevado, aunque nunca se sabe.  Tal vez fue su modo de enfrentarse, aunque fuese una vez en su vida, a la que llamaba "la Generala".



                                                         

domingo, 3 de abril de 2016

Mi padre...un hombre tan fuera de serie como mi madre" ..1ra parte

En los años 40, las seis provincias que  constituían el país,  estaban unidas por la Carretera Central.  Y, por esa misma vía, una madrugada hizo su entrada desde Santa Clara a La Habana una ambulancia que venía " a toda pastilla".  Al timón, un hombre fornido, de sonrisa franca, tan macho que decía que él sólo procreaba hijas, a quien el alcalde de la referida ciudad le había dado 24 horas para salir "pitando" de dicha ciudad villaclareña.  El motivo, nunca lo tuve muy claro, pues mi querido padre además de ser un buen conversador era un magnifico "cuentista".  Pero me imagino tendría que ver con el poker, su "deporte" favorito o su otro entretenimiento, demostrar su hombría.

Aquel hombre que "aterrizó" de forma tan espectacular en la "capital de todos los cubanos", demostró a lo largo de su vida, su papel de "hermano mayor" , "esposo atento" , "padre ejemplar", "amigo fiel" , "trabajador incansable" y hombre comprometido con el pueblo del cual surgió. Y como cualquier otro ser humano, no exento de defectos.

 Huérfano desde muy joven, quedó a cargo, junto a su padre, de sus hermanos menores.  La anécdota que más gustaba  narrar era aquella de cuando una epidemia de dengue en los años 20 ,  cobró la vida de tantos cubanos (sobre todo en La Habana). Solía referir como los infestados caían en las calles realizando "piruetas".  (No olvidar que años más tarde, Pérez Prado crearía un ritmo del mismo nombre cuyos bailadores en sus pasos remedaban aquellas "piruetas").  Relataba que una noche, viendo que sus hermanos ardían de fiebre y corrían grave peligro de muerte, los levantó y se los llevó al río, los introdujo en el agua y...les salvó la vida.  A raíz de ello, MONGO, que así le llamaban familiares y allegados, se ganó con creces el respeto y admiración de sus hermanos, quienes acudían a él en busca de apoyo y consejo.  Siempre se preocupó por su bienestar y por mantener vivos los lazos filiales.  Eran constantes nuestras visitas a casa de mis  tios Tito, Onofre, Roberto, Sergio y Clara, que residian en la capital y las frecuentes visitas a nuestra casa del resto de los que aún continuaban viviendo en El Condado, en Santa Clara, aunque también solíamos acudir a visitarlos a la referida ciudad.

A pesar de que era oriundo de La Esperanza, fue en la ciudad de Santa Clara donde comenzó su actividad laboral: Andrés Ramón Zayas Labrado a los 7-9 años ya recorría las calles de la ciudad en un carruaje de caballos vendiendo agua a 5ctvos. la vasija.  Un tiempo después, entraría a trabajar en la construcción. A consecuencias de una caída desde un andamio que le afectaria la pituitaria y le produciría el vitiligo que lo caracterizó físicamente durante el resto de su  vida, ésta dio un giro de 180 grados, pues se convirtió en capataz y posteriormente, llegaria a ser un prestigioso maestro de obras que devendría en arquitecto autodidacto, reconocido como tal por el Colegio de Arquitectos de la Habana y  delegado durante el VII Congreso de la UIA celebrado en La Habana en septiembre de 1963.

En Santa Clara, en su "súbita partida" dejó atrás a su primera esposa y sus cinco primeras hijas: Ma. Luisa, Aida, Teresa, Ana Rita y Ma. Magdalena....a las cuales atendió como padre durante toda su vida e incluso  trajo, en su momento, a residir a La Habana.  Él, que era pariente de un señor que llegó a ser Presidente de la República, contrajo primeras nupcias con una dama familiar de otro Presidente...así que aquel matrimonio era algo asi como una " unidad y lucha de contrarios". Sin embargo, hizo todo lo que estuvo a su alcance porque las relaciones de mi hermana y mías con Mama y sus hijas fuese lo más normal posible.  Yo me pasaba temporadas en casa de ellas y ellas, en la mía. Y, aunque ellas decían que mi padre las había abandonado por mi mamá, eso no era del todo así.

Mis padres se conocieron en La Habana, pero para ese entonces, ya aquel matrimonio no era  lo que había sido.  En realidad,  Mama tenía mucha razón al decir que mi padre era la "candela".  Tenía mucho éxito con las mujeres.  Para mi padre, a las mujeres como a las rosas habia que tratarlas con mucho amor y respeto.  Jamás le oí referirse a su ex-mujer en tono desagradable ni a ninguna de las mujeres con las cuales  alcanzó su "fama de Tenorio".  Con mi madre mantuvo un matrimonio estable hasta su muerte, compartiendo penas y alegrias y en el cual se logró el equilibrio gracias a su premonitora sugerencia:  ella mandaría en el hogar y él, fuera del mismo.

Junto a mi madre alcanzó sus mayores exitos:  se convirtió en un constructor muy solicitado ejecutor de infinidad de obras sumamente importantes tanto en la capital como en las provincias.  Al frente de su empresa constructora Mocazán, y junto a arquitectos como Pérez Benitoa, Moench y Quintana, Botet, entre otros,  ejecutó obras de la magnitud del Palacio de los Deportes, ubicado en la calle Paseo donde hoy está la Fuente de la Juventud (1944), la Terminal de Omnibus de La Habana (1951, el cine La Rampa  (inaugurado en 1955) y en cuya sala se estrenó "La Vuelta al Mundo en 80 dias" del director Michael Todd en su revolucionador sistema Todd-AO y al cual asistí en compañía de mis padres. Así como en la que él mencionaba como su obra mas famosa: la  "raspadura"  , el monumento a Marti en la antigua Plaza Civica (hoy Plaza de la Revoluciön)  Ya, anteriormente, había trabajado para su amigo Alfredo Hornedo en la edificacion del  Teatro Blanquita (hoy Karl Marx) y los edificios del hotel Rosita de Hornedo ( hoy Sierra Maestra), en cuyos libros de historia se refrenda su actividad constructiva y en la obra que consideró más peligrosa durante su construcción: el sanatorio antituberculoso Topes de Collantes en el Escambray.  Para el asesoramieto y control de cuyas obras nos mudamos a Trinidad y cuyos beneficios nos permitieron un increible ascenso económico y el poder disfrutar de unas vacaciones de 6 meses alrededor del mundo. No fueron éstas las únicas obras en que dejó su impronta, pero nombrarlas todas nos llevaría algun tiempo.

 Y a pesar de estar vinculado laboralmente con el régimen imperante, esto no le impidió intentar participar en la política presentándose como aspirante a Representante por el Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo) junto a Pelayo Cuervo, en la búsqueda de una mejoría social para las clases trabajadoras de las que se consideraba parte integrante.

 Como empresario, era considerado un buen jefe por sus empleados, quienes decían de él que era un hombre justo y preocupado de sus trabajadores, a los que aplicaba toda la legislación vigente (maternidad, vacaciones, seguridad social, etc).  Por mucho tiempo, aún después de terminada la relación laboral entre ellos,  mi padre recibió el cariño y el respeto de la mayoría de aquellos con los que había trabajado durante décadas y que se convirtieron, en muchos casos, en sus amigos.

De mi padre " queda mucha tela por donde cortar" , pues sus otras facetas son igual de interesantes.  Por ello, les invito a continuar la próxima semana.  

Feliz domingo, para todos:  los que tuvieron el gusto de conocerlo y los que aprenderán a conocerlo a través de estos relatos.  Gracias por su tiempo.