domingo, 2 de octubre de 2016

4 de octubre: Cuba y Náquera, hermanadas por sus Fiestas

Sentada al pie de mi ventana, desde la cual diviso el bello paisaje que a mis ojos ofrece este pequeño pueblo donde resido llamado Náquera, enclavado en la Sierra Calderona a 30 kms de Valencia capital, pienso cómo una simple festividad puede hermanar a dos comunidades tan distantes entre si.

Estamos en el mes de octubre, y justamente el día 4, es la fecha en que terminarán las Festes de Náquera, en honor de San Francisco de Asis, patrón del pueblo y a quien los cubanos desde los tiempos en que arribaron los primeros esclavos a la Isla, y ante la vista de los colonizadores, tuvimos a bien sincretizar para su culto con alguien cuyos consejos no debemos olvidar: Orula, el Orisha de la adivinación, poseedor de los secretos de Ifá, conocedor de todos los destinos y dios de los oráculos.

Recuerdo la primera ocasión en que mi amiga Caridad Moré me llevó ante un babalao, y me senté frente a su tablero a escuchar los consejos de Orula.  No se me olvida que en aquella ocasión Reinaldo, que tal era su nombre, me miró fijamente y me dijo: "Señora, no sé qué busca Ud. aquí, puesto que Ud. no cree".  A lo que yo le respondí, "Puede que yo no crea, pero estoy aquí por salud y soy una persona muy respetuosa y obediente".  Y me respondió, después de tirar sus caracoles y dar lectura al correspondiente mensaje de Ifa: "Siga Ud. los consejos de Orula: no le quite jamás el pie al médico, recuerde que la desobediencia se paga cara".  Y eso he hecho a lo largo de más de 10 años.

Tal vez la identificación entre Orula y San Francisco se haya debido a que los dos dedicaron sus vidas a ayudar a los humanos y ambos dominaron los misterios de los mismos.  Orula, es el benefactor de los humanos porque les revela el futuro y les permite influir sobre el mismo; San Francisco, a pesar de su origen de joven acaudalado, lo dejó todo para dedicarse a ayudar al prójimo, fundando diversas órdenes como la de los franciscanos y cuidando de los enfermos de lepra sin importarle las consecuencias, siendo por ello, ambos, ejemplo de caridad cristiana y amor a los hombres.

Cuando hace 10 años llegué por primera vez al nuevo piso que mi hija y su familia habían adquirido en Náquera, coincidí con el inicio de las festividades de su santo patrón.  Me llamó poderosamente la atención la forma en que todo el pueblo se reunía para celebrarlo.  Todo comenzaba desde varios meses antes con las romerías, ferias del libro y de artesanías, visitas a lugares emblemáticos de la localidad, actividades culturales de música, 
danza y artes plásticas, charlas y exposiciones de diversos temas, y la actividad que más gusta a mis nietos: la Cabalgata,
para la cual todo el  pueblo luce sus mejores disfraces y durante cuyo trayecto, a lo largo de las vías principales del pueblo, se van repartiendo chuches y juguetes a los alborozados peques quienes se enfrentan , según mi nieta, a una batalla campal con las mamás y las abuelas de los otros niños.También se efectúan actividades taurinas, de bandas y de baile.

  La elección y presentación de la Reina de las Fiestas da inicio a las actividades finales de dicha celebración que se tienen lugar durante el mes de setiembre y culminan el 4 de octubre con Mascletás, Pasacalles, Olla Llunta,
concurso de paellas,
las misas y la subida a la Ermita en procesión, de donde bajarán la imagen del santo patrón y contiuarán la procesion por todas las calles  del pueblo.

La primera vez que tuve ocasión de participar en todo este proceso me sentí realmente impactada, pues aunque ya habia disfrutado en años anteriores de Las Fallas en Valencia, el ver a casi todo un pueblo aunado por un fin común.
 Pensé en aquellas actividades que realizábamos de forma conjunta en el barrio, y aunque tenían finalidades diferentes, compartían el quehacer de todos por el logro de un mismo fin: el disfrute de todos los vecinos, salvando las distancias.  Tal vez estas festividades estén más en consonancia con las que se celebran en los pueblos del interior de mi país, pero como yo soy de la Habana, especficamente, de Marianao, a lo que más se me semejan es a las de las Jornadas Culturales´que tenían lugar en las Fiestas de los Alfareros, allá en El Cano y Arroyo Arenas.

Ya ha transcurrido una década desde aquella primera vez en que pude participar plenamente en las Fiestas de Náquera, y aunque ya no tienen estas celebraciones la magnificencia de aquellas primeras, pues de todos es sabido los recortes y las consecuencias de la crisis en España, siguen éstas gozando de la misma participación alegre y ciudadana de que gozaron en otros tiempos,y deseo de todo corazón puedan seguir celebrándose por siempre jamás, aunque ya mi salud no me permita disfrutarlas al máximo como antes.  Muchas gracias a nuestro alcalde por tan bellas fotos .






5 comentarios:

  1. Muy lindo Puchita. Me llevaste a Náquera a disfrutar de las fiestas y me he divertido mucho. Aquí entre tú y yo te noto triste. Cuéntame ya así te sentirás mejor. Un abrazo amiga y sigue escribiendo lindo.

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  2. Que bueno. "La desobediencia se paga caro" Es una frase de los negros cubanos. Interesante como se sabe que el que dice esa frase cree en la mal llamada religión afrocubana. Bonita entrada.

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  3. Realmente fascinante, al leer lo vivo y me quedo con un agradable momento en mi memoria, aunque a la vez creo que no se siente muy bien de salud, de todo corazón le deseo una larga vida llena de mucha salud para que siga cultivándonos con sus maravillosos rescuerdos. Un abrazo

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